-¡Shōto! El desayuno se va a enfriar.

Escucha sin importancia el aviso de su hermana, pero está más concentrado en contar cuantos escalones tendrá que bajar de la nueva casa.

1, 2, 3, 4...cree que son 20 en total.

Los baja con pesadez, la lustrada madera rechina con cada paso que daba hacía la cocina.

-hola ppī-saluda a la vieja gata que estaba acostada sobre el pie de la escalera donde le daba la calefacción de lleno.

-buen día Shōto-saluda Fuyumi cuando lo observa sentarse en el comedor.

-no tengo hambre.

-tu no, pero estoy seguro que tu cuerpo si lo necesita.

-mi cuerpo y yo estamos de acuerdo en que no necesitamos huevos grasosos a las 7:30 de la mañana.

Apoya con pereza su mejilla contra la mesa, Fuyumi ríe divertida agitando las manos mientras niega.

-esos son de papá-le acerca un plato de fresas picadas-estás son para ti.

Se endereza y acaricia su rojiza mejilla observando el plato de fresas, cinco fresas en total, picadas en rodajas perfectamente, solo como Fuyumi sabía hacerlo.

-Gracias-agradece en un murmullo deprimente.

La peliblanca suspira agotada y nota las bolsas oscuras bajo sus iris.
-¿no dormiste bien de nuevo?

-pude cerrar los ojos como a las 3:44 de la madrugada pero estoy seguro que me dormí a las 4:30. Eso es una ventaja.

Niega, Shōto siempre tan minucioso pero al mismo tiempo despistado.
-entonces ¿no estás emocionado por tu primer día en una nueva escuela?

-no demasiado, a decir verdad.

-ouh.

No diría nada.

Acababan de mudarse desde el centro de la gran ciudad de Tokio a Hayama, un pueblo costero al sur de la capital, era un enorme cambio, 10 horas en carro, nueva casa, nueva ciudad, nuevas personas, nueva escuela.

Era el terror de Shōto, las cosas nuevas no iban con él.

Solo quería regresar a su antigua casa, acostarse en su cama y hacerse ovillo hasta la hora de la cena.

-te irá bien, la escuela es linda, todos se conocen en el lugar y estoy segura que te recibirán gustosos.

-estoy seguro que todos me pasarán por alto.

Fuyumi suspira rendida.

-Buenos días niños.

El gran cuerpo de Enji hace presencia en la cocina, se abrochaba la corbata con una mano y con la otra trataba de tomar su café negro, Fuyumi se acerca y le ayuda con la corbata en su cuello, Shōto solo ve a su padre con recelo antes de levantarse.

-me iré ya, es tarde.

-espera Shōto, te llevaré.

-puedo ir solo.

-lo se, solo será hoy, es el primer día.

Shōto gruñe y no discute, toma su mochila y espera afuera a que su padre salga de la casa.

Lo ve salir apurado, ajustando sus lentes en cima del puente de su nariz mientras sostiene los huevos refritos que cocino Fuyumi para él.

-de verdad es tarde hoy ¿no? Por suerte la escuela está a 2 minutos y el trabajo a 10-comenta aliviado tratando de charlar con su hijo menor.

Entre Pinos y Rosas -DekutodoWhere stories live. Discover now