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Habían pasado algunos días más, y cumplía casi tres semanas en su nueva escuela y su nueva vida.

Había logrado sobrevivir, como él pensaba que estaba haciendo, las clases de Kyudo habían mejorado y más después de que su mano estaba sana de nuevo, aunque Monoma seguía siendo un cretino con él, algunos compañeros le hablaban y eran agradables.

Uraraka seguía al rededor suyo, espolvoreante y agradable como siempre, algunas veces lo defendía en las clases de historia cuando la vieja maestra le regañaba por cosas tontas o los idiotas de americano le hacían burla, aunque le había pedido que ya no lo hiciera porque luego le bajarían puntos a ella.

También estaba un poco más contento porque Kaminari se había acercado más a él, eran buenos amigos y a veces se despegaba de Bakugō y su grupo para almorzar con él y asegurarse que él lo hacía. Se sentía más tranquilo porque ahora tenía a alguien que le salva sin que le hicieran sentir que le estaban haciendo un favor.

Aún así, extrañamente Touya no se le había cruzado por el camino desde aquel día y si lo llegaba a ver por ahí solo le retenía la mirada asustado unos segundos antes de perderse entre los pasillos como un fantasma.

Aunque eso le parecía de alguna forma extraña se sentía más tranquilo, quizás Touya había entendido con aquellas palabras que le dolio tanto decir, que debía dejar en el olvido todo aquel odio y dejarlo en paz de una vez por todas.

Eso esperaba él.

Y por otra parte, el tema de Izuku Midoriya, sorprendentemente iba bien, habían establecido una extraña rutina donde Izuku le esperaba en las gradas del club de Kyudo mientras leía un libro tranquilamente en lo que él terminaba de cambiarse de ropa, eso pasaba todos los lunes y miércoles después de sus clases de Kyudo y algunas veces los jueves en la banca aún lado de la salida escolar.

El humor de Midoriya cuando él andaba al rededor suyo había mejorado un poco, aún le veía como un arisco gato o le ignoraba en los pasillos a menos que fuera necesario y en los recesos se desaparecía para fumar un cigarro. Pero cuando caminaban juntos hacia la casa del beta el ambiente era más tranquilo, ya no se sentía incomodidad ni las cosas eran tan tensas, casi no hablaban ni conversaban pero podían soportar su presencia hasta la tarde que terminaban.

Además amaba ir a la casa de Midoriya, la señora Inko le recibía con caricias maternales y galletas acompañado de té caliente, además podía admirar la costa desde la ventana de la habitación de Izuku, no le importaba mucho el hecho que no habían ido a su casa nunca ha trabajar, Izuku parecía más cómodo en su ambiente con olor a lima y a pino y él también le gustaba la mezcla de feromonas que habitaba aquel lugar.

Cada que llegaba quería acurrucarse sobre la cama de Izuku como un gato perezoso cuando esté prendía la calefacción que le pegaba en sus pies descalzos.

Claro que eso no lo admitiría en voz alta.

En fin las cosas marchaban por el momento con el pie derecho, hasta podía decir que estos días había estado más animado, no parecía tanto un zombie como decía su hermano que aparentaba. Hasta Fuyumi se sentía mas tranquila cuando veía como cada día vaciaba más los platos de comida, su papá y Natsuo también parecían más tranquilos por su actitud y parecía más lleno de vida a cuando vivían en el centro de Tokio o cuando recién llegaron al pueblo.

Justo ahora estaba de buenas, la campana había sonado anunciando el fin de la jornada escolar junto con sus clases de Kyudo, hoy era miércoles lo que significaba ir a casa de Midoriya, mimos de la señora Inko y trabajar en un relajante silencio junto con Izuku hasta que el sol bajaba por completo.

Se había terminado de bañar, lo había empezado a hacer después de descubrir que nadie más entraba al vestidor minutos después de las cuatro.

Toma sus cosas, sale y saluda algunos compañeros que se topa por el camino.

Entre Pinos y Rosas -DekutodoWhere stories live. Discover now