Pasados los acontecimientos, él dio la vuelta y siguió su camino a casa.

Aún sentía su corazón ir a un ritmo rápido y no sabía si era por la confrontación con Touya o por el agarre de Izuku en su muñeca, o hasta podría decir que fue por la pequeña explosión que tuvo frente al beta.

Cuando llega quita su calzado y les sacude la tierra y los guijarros que se acomodaron entre las suela de sus zapatillas en el camino.

-Shōto, ¿eres tu?

Escucha la voz de su padre en la sala y lo ve asomar la cabeza, llevaba sus lentes y tenía la laptop acomodada entre sus piernas ordenando sus cuentas o revisando algunos contratos.

-si padre-asiente tragando saliva, nervioso jala la manga de su suéter escondiendo el moretón que se formaba nuevamente en su muñeca izquierda por el fuerte agarre de Izuku hace unos momentos.

Solo esperaba que no lo notara su papá.

-¿cómo te fue en la escuela?-agradece que devuelve la vista a la pantalla del monitor frente suyo.

-ah estuvo bien, tranquilo-empieza a subir las escaleras.

-¿seguro? Shōto si hay algo que aún te moleste puedes decirme-Enji voltea la mirada hacia él, se detiene a mitad de la escalera y niega.

-no, todo va normal, aún me pone nervioso el nuevo ambiente pero lo puedo soportar.

Enji asiente y exhala el aire sintiéndose más tranquilo.

-¿ya has empezado las clases de Kyudo?

-este lunes empiezan, ¿puedo irme ya?

-¿no tienes hambre? Puedo prepararte un sándwich mientras llega Fuyumi.

-estoy bien, ¿puedo irme?

-¿seguro que quieres ir a tu habitación? No quieres que...que te ayude con tu tarea.

-tengo 17 años padre, no necesito ayuda con la tarea en todo caso, no quieras forzar una platica que no llegará a ningún lado.

Al final dicta aquello y quedan en un silencio incómodo, ninguno se ve, solo el sonido del abanico de bambú suena sobre ellos.

-Bueno...entonces, ve a tu habitación, cuando llegue Natsuo o Fuyumi te dire. 

Enji da la vuelta y teclea falsamente en su computadora, Shōto lo nota por las letras sin sentido que aparecen en la pantalla.

Suspira y niega antes de seguir su camino hacia la habitación.

En el camino ppī hace presencia, recostada en la entrada de su cuarto, maúlla débilmente cuando lo ve.

-hola ppī-se agacha y acaricia su cabeza antes de tomarla con delicadeza en brazos.

Entra a su habitación y la coloca frente a su plato de comida, hace una mueca cuando ve que de nuevo, ppī no ha comido ni un bocado.

-vamos ppī, debes comer-acerca a la gata pero esta voltea el rostro sin querer alimentarse.
Shōto suspira tembloroso y se levanta del piso.

Ppī, la vieja gata, el último recuerdo que tenía de su madre, ppī acompañó a Rei desde que ella entró a la universidad, cuando tuvo a sus hijos y también en su lecho de muerte.

Esa gata negra, era la pura felicidad de Rei.

Ahora había quedado a su cuidado por veredicto de la peliblanca omega. 

"Cuida bien de ppī, Shōto, ella hará lo mismo contigo"

Pero ahora ella era tan vieja que apenas podía brincar de un sillón a otro, tan frágil y tan delgada, sin algunos mechones de pelo, la cara canosa y ya bastante chimuela que apenas podía pasarse la carne molida que a veces comía.

Entre Pinos y Rosas -DekutodoWhere stories live. Discover now