VII

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La ley de la vida es: si una abeja trata de picarte, pica tu primero.

-Crystal Rodríguez.

    —¿Pero yo que? ¿Qué vas a decirme? —jala el gatillo y lo único que me toca es tragar saliva

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    —¿Pero yo que? ¿Qué vas a decirme? —jala el gatillo y lo único que me toca es tragar saliva.—. Ahora puedo matarte y créeme que hoy te llego tu hora. Hoy te mando derechito a la tiznada, pero derechito al infierno, cabron.

    Mi corazón palpita velozmente. No había sentido nervios o miedo de lo que me podría pasar y he estado en situaciones que a la imaginación humana, serían terroríficas.

    —¡Habla maldito! —reclama alterada, queriendo una explicación de anterior ocurrido.

    —Dejé de matar por la razón por la que tú estás aquí. —titubeo un poco al hablar.—. Cuando descubrí que maté a dos inocentes, algo se desprendió de mi y la conciencia volvió a mi oído y me culpaba por esas dos muertes.

    Me detengo de hablar porque ese tema es muy fuerte. Caí en una depresión tan grande que por poco todo mi negocio se iba a la quiebra. Pero eso es algo que no voy a confesar, al menos, no por ahora.

    —Intenté encontrar a su familia, pero fue como si hubieran desaparecido de la nada...

    Ella dispara cerca de mi pie y solo puedo saltar del susto, ya que, pensé que me había disparado.

    —¡Su familia era yo! ¡Nosotros éramos una familia! —veo sus llenos de ira, irreconocibles realmente. La mujer que era agresiva tiempo atrás, ha quedado muy lejos al ver a esta versión de ella.

    — Pídeme lo que quieras y te lo daré. —Le suplico, algo que nunca he hecho, pero ahora pongo en práctica.

    Crystal, con sus ojos en llamas, se acerca a mí lentamente, como si contara sus pasos antes de atacarme.

    —¿Sabes lo que quiero? —Me pregunta, pero no tengo las agallas para contestarle.—. Quiero verte muerto. —coloca su pistola justo debajo de mi barbilla.—. Un solo movimiento..., un solo movimiento termina todo. —habla cerca de mis labios.

    En este momento me he rendido. Nunca lo había hecho. Nunca había pensado en hacerlo, pero no tengo opciones, es esto o morir y prefiero arrodillarme y pedir misericordia.

    Bajo mi cuerpo lentamente, hasta que llego a estar de rodillas.

    —Escucha, desde ese momento me arrepiento de lo que hice y cada día lo hago. —me siento indignado al arrodillarme ante ella, pero es lo único que puedo hacer para que no me mate.—. Como te dije hace unos segundos, pídeme lo que quieras y te lo daré. Sé que no te devolverá a tus seres queridos, pero es lo que puedo hacer.

    Ella se aleja de mí y no dos pasos, no, ella se aleja dejando una larga distancia. Pero, el arma que lleva en sus manos no la baja ni un segundo.

IMPERIO RINALDI© (1 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]Where stories live. Discover now