IMPERIO RINALDI© (1 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]

38th

¿Y si dejamos de pensar en que nos deparará mañana y vivimos el presente, amando y siendo locos a la vez?

—Crystal Rodríguez.

    Mientras estoy afuera esperando a que a Ivanka le dé la voluntad de salir de la habitación en donde está hospedada mi esposa, llego a escuchar la voz de Crystal y de inmediato mi corazón palpita como loco.

    Abro la puerta en par con la impulsividad de querer ver a Crystal despierta y es así, lo está. Sin embargo, Ivanka está hablando con ella y no entiendo que tema puede haber entre ellas dos.

    Me acerco rápidamente hacia donde está Crystal, no importando si estoy interrumpiendo su conversación.

    —Preciosa, ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —le pregunto preocupado por su bienestar.

    Crystal está muy concentrada mirando a Ivanka, es entonces cuando me fijo que la mirada de mi esposa no es para nada amigable.

   Giro mi rostro para mirar a Ivanka y ella rápidamente cambia su expresión molesta por una más alegre, queriendo ocultarme lo que está sucediendo.

    —¿Pasa algo que no sepa aún? —Le pregunto a ambas, a lo que Crystal coloca su mano en mi barbilla y girandola, obtiene toda mi atención.

    —No amor. Todo está bien. —responde Crystal acariciando su vientre.—. ¿Él bebé está bien? ¿Qué te dijo el doctor?

     En cuanto Crystal me pregunta sobre nuestro bebé, miro hacia atrás para hacerle saber a Ivanka que necesito espacio.

    —Ivanka, hablaremos en otro momento. Ahora tengo cosas más importantes las cuales atender. —expreso no prestandole atención.

    —Vine desde Rusia para verte, no me iré de tu lado hasta que hablemos. —comenta con la voz ronca.

    Me imagino que ya está enojada.

    —Ivanka...

    —Enzo... —responde ella siguiendome el juego.

    —Sabes como soy...

    —Y tú también sabes como soy.

    —Estoy ocupado, ¿Qué no ves? —le pregunto levantándome de la camilla en donde está Crystal.

   ¡Qué mujer más insoportable!

    —Entiéndeme. Quiero hablar contigo y necesito hacerlo ahora. —responde ella alternándose, levantándome el tono de voz.

    —Me importa una chingada lo que tengas que decirme. Mi esposa se acaba de despertar y de aquí no me muevo. —respondo con mis dos manos en la cintura.

    —No me moveré, así que habla con tu esposa frente a mi. —responde ella cruzando los brazos encima de sus pechos.

     En ese momento sentí como mi sangre ardía.