XVIII

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Si contara las veces que he deseado abrazarte y decirte lo que pienso de una vez por todas, creo que quedaría en verguenza porque han sido muchas las veces en la que pienso en ti.

-Enzo Rinaldi.

     Esta mujer es terca

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     Esta mujer es terca.

    Me van a salir canas por culpa de ella y por su necedad. Si ella dice que la pared es azul, no puedo decir que es verde, porque estoy ciego y no lo veo como ella lo ve.

    —¿Y a mi que me importa que hayas comprado una casa para nosotros dos? No tengo que ver con eso. —levanta la mirada y con expresión amenazadora, me hacer ver que hará lo que se le pegue en ganas, como siempre—. No deseo estar aquí.

    Coloco mis dos manos en mi cintura queriendo encontrar la manera de tener paciencia, de hecho, más de la que tengo.

    La oficina se siente fría por el aire acondicionando. Está encendido en el numero 16.

    Camino hacia la ventana y abriendola, respiro un poco de aire fresco, mientras mi mirada se pierde en la oscuridad del jardin, apenas alumbrada por algunas farolas.

    —Intento cuidarte. —comento queriendo que entre en cabeza.

    —¿De quién? ¿De ti? ¿De mí? ¿O de tus enemigos? —pregunta ella colocándose a mi lado.

    —De todos. —giro mi cara para poder mirarla a los ojos y me sorprendo porque ella ya me estaba mirando—. El mundo del narcotrafico es algo que no se puede expresar con palabras. Es desagarrador y hasta en un punto aterrador. Deseo protegerte de personas que han vendido su alma al diablo y que para hacerte daño, no lo pensarían dos veces.

    Sus ojos son verdaderamente cautivadores. Su mirada me expresa lo que su boca no.

    Quito mi mirada para no seguir admirando su belleza y no solo la fisica, sino que tambien la interna.

    —Puedo cuidarme sola. Lo he hecho desde que quedé huérfana. —vuelvo a mirarla—. Han intentando hacerme daño, más no lo han logrado.

    La expresión que su cara porta me deja saber de que es muy mala y que tiene unos metodos para defenderse muy eficaces.

    —No me digas que tienes una bodega en donde torturas a las personas que han intentando lastimarte. —respondo queriendo saber si acierto.

     —Tengo mis metodos. Lo último que hice, de lo cuál no me arrepiento, es que le corte el pene a un hombre... —la corto en seco de inmediato.

    ¿Qué?

    ¿Le digo que repita o no? Porque lo que acaba de decir es sorprendente.

   —¿Qué intentaste qué? —pregunto alarmandome.

    Ella se carcajea y se echa hacia atrás.

    —¿No lo puedes creer? —me pregunta queriendo una respuesta, a lo cual lo único que puedo hacer es asentir porque sé que ella es capaz de hacer esa atrocidad—. Tenía que hacerlo. Quiso abusar de mi, asi que se me ocurrió hacer que nunca volviera a utilizar su parte para dañar a una mujer. —ella baja la cabeza por unos segundos—. Lamentablemente para la humanidad, murió unas horas después.

    ¿Lamentablemente para la humanidad? Sé que es sarcasmo porque eso fue un favor al mundo de no tener a esa escoria.

    —Ya no quiero escuchar tus historias de terror. —nos carcajeamos al unísono—. Deseo estar en silencio.

    Dejo de mirarla y coloco mi vista en la hermosa luna llena que nos acompaña en esta noche.

    —Enzo, estás en bóxeres. —Crystal empieza a carcajearse.

    Espera, ¿se está burlando de mi?

    —No entiendo de que te burlas, si tu estás en bata de baño. —me burlo con ella con una sonrisa de oreja a oreja.

    Ella se tapa la boca con sus manos para poder parar de reir.

   —No es la misma situación, estoy cubierta por lo menos. -responde ella con una mano en su cintura.

Ver como actua y como ríe me hace darme cuenta de lo hermosa que es.

-Si te quito la bata estarás desnuda, que es aún peor. -comento girando mi rostro nuevamente hacia la ventana.

-Bien, ganaste. -ríe Crystal burlándose de mi jugada.

El silencio vuelve, un silencio comodo y confortable.

Siento tranquilidad, algo que no sentí en estos días por todos los intentos de asesinato.

Cabe mencionar que estar junto a Crystal hace que este más tranquilo de lo que nunca he estado. Mi vida se ha basado en guerras y tiroteos, sé que la mitad de su vida tambien y el que ahora estemos en silencio, mirando la luna juntos, no lo sé, hace que me sienta distinto.

Mientras ella mira la luna, me fijo en su hermoso rostro. El ver como sonríe a la naturaleza, me hace odiarla menos de lo que ya lo hago.

¿La odio?

¿La quiero?

¿Me importa?

Todas esas preguntas azotan mi mente como si de un latigazo se hablara. Ella me importa, sino no estuviera viva. Pero no la odio ni la amo, solo me importa cuidarla y mantenerla a salva.

-Me gusta el silencio y sé que a ti también. -comenta Crystal con su vista hacia el frente.

Sonrío sin quererlo, la sonrisa se coloco en mis labios y ni sé porque.

Suspiro y toso un poco para recomponerme.

-No soy un hombre de muchas palabras. -respondo, a lo que giro mi rostro y la observo.-. En el silencio está todo lo que busco. -ella Gia su cara y nuestras miradas chocan la una con la otra.

El silencio nos gana, pero nuestras miradas no pierden su esencia. El deseo, la ira, el enojo, todos esos sentimientos son los que veo en sus ojos y tal vez haya alguno que no reconozca.

Interrupciones, las odio con todo mi corazón.

La puerta se abre de inmediato, dejándome ver a mi hermano.

-Enzo, creo que debemos contarle a Crystal que fui yo quien mató a su padre y hermano. Tu no lo hiciste, no puedes asumir mis errores por más tiempo. -todo esto sale de la boca de Giovanni quien está despaldas a nosotros, cerrando la purta con seguro, sin antes fijarse que Crystal está en la oficina.

En cuanto Giovanni cierra la puerta, se gira y se encuentra con el rostro de Crystal pasmado.

-¿Qué acabas de decir Giovanni?

-¿Qué acabas de decir Giovanni?

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Ahora es que esta el suspenso. DUERMAN BIEN.❤️🔥❤️

IMPERIO RINALDI© (1 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora