XII

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Si dejas que el miedo te azote y viva contigo todos los días, déjame decirte que eres un cobarde. Pelea con eso que te da miedo, vence y cuando lo hagas verás que se siente.

—Crystal Upia.

    Últimamente Dios me está dando unas pruebas que están para quedarse dormido y no despertar jamás

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    Últimamente Dios me está dando unas pruebas que están para quedarse dormido y no despertar jamás. "Dios no me escuche".

   La bratva, organización que no duerme. Vigilan tus pasos, con quién hablas, que comes, a que hora duermes, ellos simplemente deben estar informados de todo lo que haces.

   No pensé en ver al mismísimo jefe de la bratva en largos años. Mis tratos con él los doy a cerrar con su abogado y que él venga a mi casa, es más que sorprendente.

    La mano me duele demasiado y con dolor no puedo pensar bien.

    —Dile que espere un momento. Ya me visto y bajo a verlo. —le ordeno a mi guardaespaldas.

   Observo como Crystal abre la puerta de la bañera para ver que pasa, pero la ignoro y me voy lejos de ella. Ya no quiero lastimarla con mis palabras. No he tenido a nadie que me ame, no sé amar, no se querer. Lo único que sé hacer es ser agradecido con quien lo merece y ayudar a quien me necesita, si esperaba que fuera su príncipe azul, está más que loca. Soy y siempre seré el hijo bastardo de mi padre, el cual se crió sin amor porque lo único que recuerdo de mi juventud fue estar en un internado toda mi vida.

    La única cosa que le puedo ofrecer a Crystal es dinero y mi protección, no tengo nada más que dar.

   Camino hacia mi guardarropa y saco el primer bóxer que veo. Luego sigo con el pantalón de preferencia azul y una camisa blanca para variar hoy, ya que siempre me visto de negro. Me coloco los zapatos lentamente, ese señor no va a perturbar mi paz.

   —Enzo, ¿A dónde vas? —pregunta Crystal con un tono de preocupación en la voz.

    Estoy de mal humor y no quiero hablarle mal por primera vez en todo este tiempo. Ella sabe muy bien y es más, ambos sabemos que me gusta hacerla enojar y de parte de ella lo mismo.

    —Solo termina de ducharte y luego hablamos. —intento no ser seco con ella, pero la sequedad me sale por los poros.

    No me detengo a mirarla, ya que sé que no me dejará tranquilo atosigandome con preguntas que no deseo responder en estos momentos.

    Bajo la escalera viendo al jefe de la bratva sentado en mis muebles.

    Me acerco a él lentamente, pasando hacia el bar para servirle un poco de whisky.

   —Bienvenido a mi casa, Mikhail Petrov. —me alejo de la barra con el vaso en las manos.—. Aquí tiene. —extiendo el whisky para que lo tome y así lo hace.

    —¡Cuanto tiempo! Luces igual de joven que siempre, eso me da mucho gusto. —Su voz perturba mi cuerpo de una forma inexplicable.

   Él es un hombre de 60 años. Cabello blanco un poco rojizo, cara larga, pómulos extravagantes y nariz fina y larga. Sus ojos azules como el mar intentan traspazarme, pero él sabe que no lo logrará.

IMPERIO RINALDI© (1 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora