IMPERIO RINALDI© (1 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]

44th

Fuiste, eres y serás mi amor eterno. Por siempre te llevaré en mi corazón porque tu lo ocupas por completo.

—Enzo Rinaldi.

7 meses despues...

    Lo mataré.

    Torturaré a Enzo y luego lo tiraré en un barranco.

    —¡Awwwwwwwwwww! ¡Maldito sea, Enzo! ¿Deseas que tu hijo nazca en nuestra cama? ¡Mueve tu lento culo hasta aquí ya! —grito eufórica con las contracciones matándome.

    ¡Ay Dios mio! No puedo respirar bien.

    —Enzo...

    —¡Estoy igual de nervioso que tú, déjame respirar! —comenta Enzo corriendo hacia la cama.

    Agarra mis brazos y con esto me empuja lentamente a sus brazos.

   —Siento que moriré, no puedo respirar bien. —explico asustada respirando aún más rápido.

    Enzo abre los ojos ampliamente. No sé para que le digo esto sabiendo que se altera aún peor que yo.

    —Ihnala, exhala, amor. Tranquila, yo estoy aquí. —sus palabras no me calman, pero no puedo hacérselo saber.

    Intento respirando más despacio y no ayuda para nada.

    Enzo me lleva cargada en sus brazos. Quisiera saber como me puede llevar cargada sabiendo lo mucho que peso. Ahora entiendo porque en los ultimos meses del embarazo estuvo haciendo mucho ejercicio y comiendo alimentos saludables. Él se estaba preparando para este día.

    ¡Que mono! Le diría que lo amo, pero tengo que guardar la calma y no hablar tanto o me alteraré de nuevo.

    —¡Abran las puertas! —Enzo me sube en el asiento de atrás. Yo me acuesto en el asiento por que esta barriga pesa más que mi futuro.

    Cierran la puerta y veo que Enzo no entra en el asiento de atrás.

    Genial, me quiere hacer enojar. Sin embargo; de pronto veo como Elliot se sienta en el asiento del copiloto y Enzo en el de piloto.

    —¡Arranca como si tu vida dependiera de ello, imbécil! —exclama Elliot estresado.

    —¡Callate! ¡Crystal me tiene con los oidos reventados y tu quieres unirte a ella! No puedo creerlo. —bufa Enzo dándole al acelerador como si fuera Torreto en la pelicula de Rápido y Furiosos.

    La cabeza la siento como si estuviera levitando y las contracciones me están matando.

   —¡Awwwwwwwwwwww! ¡Maneja más rápido o déjame conducir, gonorrea! —exclamo gritando por el dolor y Enzo y Elliot se giran hacia mi al mismo tiempo con los ojos ampliamente abiertos.