IMPERIO RINALDI© (1 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]

Extra 1

  —Papá tengo novio... —dice mi hija.

  Respiro profundo dos veces.

  ¿Qué ella ha dicho?

   ¿Mi niña tiene novio?

    No lo puedo creer.

    Tengo entendido que mi cara debe estar deformada por la noticia que me acaba de dar.

   Todos estamos en la mesa.

   Crystal, mi hijo Elliot, mi hija Chiara y yo.

   Suelto lentamente el tenedor que sostengo en mi mano.

   Mi vista en ningún momento se dirige hacia Chiara, más bien miro a su madre quien está muy sonriente.

    —¿Tú lo sabías? —le pregunto a Crystal esperando que me conteste rápidamente.

    Ella, haciéndome esperar, coloca los codos en la mesa.

   —Sí, lo sabía. —menciona muy tranquilamente mientras me sonríe.

   Me siento ofendido.

   Todo el mundo lo sabe, menos yo.

   —¿Recuerdame cuantos años tienes? —le pregunto a mi hija.

    Ella alza una ceja como si no estuviera de acuerdo.

   —¿Acaso no sabes mi edad, papá? —me pregunta cinicamente, a lo que respondo con una mirada furtiva—. Bien, ya. Tengo 8 años papá, ya estoy grande. —dice ella cruzando los brazos en su pecho.

     Ella está grande. Ni siquiera me he dado cuenta.

    —¿Y quien es el chico al que tengo que desaparecer y tirar en una cascada? —pregunto pasivamente.

    Chiara abre la boca y se queda pasmada.

    Crystal también abre la boca y se me queda mirando con los ojos bien abiertos.

   Mientras que mi hijo, Elliot empieza a reírse, burlándose de su madre y hermana.

    —No serías capaz... —responde Chiara provocándome, a lo que respondo levantando los hombros diciéndole que tal vez.

   Ella abre la boca aún más, pero con expresión asustada.

    —Mamá, dile algo a papá. —le dice a su madre, la cual empieza a mirarme con desapruebo.

    Empiezo a levantarme de la mesa.

    —Los niños de tu edad solo buscan besar a las niñas para luego ir con grupos de sus amigos a decir que hicieron —ella me pone cara agria y supongo que está enojada conmigo—. Te digo esto para que sepas que es lo que vas a hacer, porque si me entero de cualquier estupidez que hagas por agradarle a él o caerle en gracia, o peor aún, si me entero de que te pone las manos de forma que no debería... —hago un pequeño espacio para mirarla a los ojos seriamente—. Le arrancaré la cabeza. No permitiré que nadie juegue con mi niña.

   Y con esto le doy la espalda a todos en la mesa.

   Empiezo a subir la habitación.

   Ya es tarde.

   Levanto el reloj que esta en mi muñeca, viendo que son las 8 de la noche.

    No acostumbro a dormirme a estas horas, pero esa noticia que me acaba de dar mi hija, me acaba de dejar bien de mal humor.

   Maldita sea.

   Que les pasa a los niños.

   A los 8 años jugaba a matar a mi hermano, porque muy normal nunca he sido.