Parte 1

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Parados en el estacionamiento al frente de la enorme edificación, los tres se mantuvieron en silencio unos minutos mirando los ventanales, las dos mujeres con el corazón atribulado por la inminente despedida y el hombre con la esperanza de que en ese lugar su rebelde hija fuera disciplinada para hacerse una mujer de bien.

_No me importa los años que repruebes. -Le dijo su padre con severidad agachando la mirada dura hacia ella. _Pero no quiero que me llegue una sola queja por tu mal comportamiento. -Le advirtió en ese tono fuerte que solía usar para hablarle, como si fuera uno más de los soldados que tenía bajo su mando.

Camila lo miró con el rostro adusto y no bajó la mirada, pese a que estaba muerta de miedo y el nudo en la garganta amenazaba con asfixiarla, se negó a exteriorizar alguna palabra o alguna mueca que la delatara.

_Despídete de tu madre. -Volvió a ordenarle y Camila obediente, caminó los dos pasos que la separaban de ella y la abrazó. Grace la estrechó con fuerza y le dio un sinnúmero de besos en la cabeza.

_Vas a estar bien. -Le dijo con cariño y con la voz afectada por el llanto.

Camila asintió con la cabeza, sin soltarse. Si fuera por ella, estaría pegada a su madre toda la vida, pero a sus once años, no tenía más opción que acatar las decisiones de su padre y en esta ocasión, esa decisión había sido llevarla a ese internado para señoritas a que estudiara los siguientes siete años.

_Pórtate bien, por favor. -Le pidió Grace entre sollozos y le acarició la mejilla. _Quizá si cumples las normas, tu papá te lleve de regreso a casa. -Continuó diciéndole en tono bajo, como en secreto para que el hombre no la oyera.

Camila tenía el corazón apretujado, congestionado. No solo le dolía tener que separarse de su amorosa y protectora madre, sino que se atormentaba por ella, odiaba verla llorar. Esa razón la motivó para armarse de valor y mirarla a los ojos con cariño.

_Voy a estar bien, mami. -Le aseguró con dulzura para calmarla. _No te preocupes por mí, ¿vale?

Grace le sonrió a pesar de que un nuevo sollozo salió de su garganta y la volvió a estrechar contra su pecho.

_Basta ya, mujer, ¡por favor! -Le exigió Richard impaciente. _Ya la oíste, ella va a estar bien, esta es una gran institución, recibirá la mejor educación.

Grace asintió y se limpió las lágrimas de manera apurada, mientras Richard tomaba la maleta en dirección de la recepción.

_¡Vamos! -Le ordenó.

Camila empezó a caminar detrás de él y de tanto en tanto miraba hacia atrás, para ver a su madre, que se había quedado en un mar de lágrimas junto al auto.

Odiaba a su padre, por hacerles eso. En realidad, lo odiaba por muchas cosas, pero en esta ocasión se había ido al extremo. ¿Cómo podía separarla de su madre? Como si no hubiera buenos colegios en todo New York donde ella pudiera estudiar todo el día y volver cada tarde al seno de su hogar y a los brazos de su madre. 

Cuando ingresaron a la recepción, se encontraron un barullo, un montón de padres, que al igual que él, estaban allí dejando a sus hijas para que iniciaran su etapa de educación secundaria.

Richard como pudo se abrió paso entre la gente y se plató ante el escritorio, donde una sonriente mujer lo atendió.

_Buenas tardes. -Le dijo con amabilidad.  _¿Nombre de la alumna? 

_Camila Cabello. -Le respondió de manera estoica y con la mirada buscó a su alrededor a su hija, que se había quedado perdida entre la gente. Cuando finalmente la localizó con la mirada, le hizo una mueca severa para que se acercara.

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