Parte 26.

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Amanecer en su cama, cada una sobre un costado opuesto, pero con los pies entrelazados. Despertarse y materializar sus deseos más antiguos de abrazarla por detrás y poder percibir el aroma de su piel desnuda que evocan las imágenes de mujer amada. Acariciarle los hombros suavemente con los labios haciendo que su cuerpo reaccione erizando la piel. Deslizar la mano por su vientre y dibujar figuras imaginarias en dirección de sus montañas, jugar con ellas repasándolas con el calor de sus manos y sentir que su respiración se acelera anunciando los deseos húmedos. Sentirla moverse y girarse perezosamente para quedar de frente, sin poder abrir los ojos y sin embargo pegando los cuerpos, juntando los sexos que se buscan, que se necesitan, que se entienden. Empezar el día amándose, alcanzando la explosión de los sentidos.

Más tarde escribiría en su agenda de notas que ella había sido su sueño de vida que se había transformado en su sueño vivo.

_Tengo que irme a clase. -Se lamentó Camila y Lauren le acarició la mejilla.

_Mientras te bañas, te preparo el desayuno. -Le dijo con dulzura tratando de animarla a que se levantara.

_Eres la culpable de que tenga tanto sueño. -Resopló Camila encaprichada, mientras se ponía de píe para irse al cuarto de baño, provocando que la otra se riera.

_Asumo mi culpa. -Le dijo fingiendo pesar. _Y para evitar que te falten horas de sueño, de aquí en adelante solo nos veremos los sábados.

_¡Ni se te ocurra! -Rezongó desde la puerta y Lauren se rio fuerte, caminando en su dirección.

_Entonces no me culpes por quererte hacer el amor muchas veces. -Le dijo cuando la abrazó y repartió besos en su rostro.


Cuando Camila llegó a la cocina, ya vestida y arreglada, encontró a Lauren vestida de chándal y mirando por la ventana mientras bebía de su café.

_Es la primera vez en tres años que bebo esto. -Le dijo sin más, mientras le alcanzaba una tasa humeante para ella.

_¿Por qué? -Quiso saber Camila, rodeando la tasa con ambas manos buscando calentarlas.

_Apenas me reconcilié con él. -Le dijo dejando su tasa sobre la mesada para poder sacar los panes de la tostadora. _Cuando te envié el mensaje diciéndote que necesitábamos alejarnos, estaba tomando un café.

Camila asintió con la cabeza, entendiendo a qué se refería, recordando cómo odió ese mensaje que leyó y releyó al menos mil veces.

_Después de ese día, el olor a café me revolvía las entrañas. -Siguió contándole.

_Pudiste haberlo bebido después de reencontrarnos. -Determinó Camila. _Al fin y al cabo, retomamos la amistad.

Lauren untó dos panes con mantequilla de maní y los puso en un plato.

_Supongo que el café me hacía recordar la oportunidad perdida de ser feliz contigo. -Le dijo mientras ponía el plato frente a ella. _Come. -Le pidió.

_Pensé que no te gustaba la mantequilla de maní. -Le dijo Camila y Lauren asintió con la cabeza.

_Cierto, no me gusta. -Aceptó.

Camila la miró, con el ceño fruncido y le enseñó los panes untados precisamente con mantequilla de maní.

_A mí no me gusta, pero la compré porque a ti sí, mi amor.

Camila se lanzó sobre ella y le repartió besos por todos lados y con una sonrisa de oreja a oreja, inquirió:

_¿Soy tu amor?

Lauren se rio divertida, y asintió con la cabeza recibiendo gustosa los besos.

_Tú eres el mío. -Le dijo al oído como si fuera una revelación confidencial y novedosa y volvió a la silla para comer las mejores tostadas que había comido en su vida, porque se las había preparado Lauren pensando en lo que le gustaba a ella.

SeculorumWhere stories live. Discover now