Parte 9.

940 97 22
                                    


Desde que le contó lo de su ruptura, Lauren volvió a pasar tanto tiempo con Camila como en el primer curso, tiempo en el que la menor se desvivió por prodigarle cariño para subirle el ánimo.  Y antes de lo que esperó, Lauren volvió a florecer incluso físicamente. Se le quitó el aspecto consumido, desaliñado y triste. Fue como como una planta enferma de sequía cuando es regada. 

Los meses pasaron y ambas chicas siguieron enfrascadas en la rutina, cumpliendo con los deberes, haciendo exámenes y aprobando las materias de manera prolija en el caso de Lauren y Camila dándose por satisfecha al no reprobar nada. También continuaron con su vida en el refugio donde Lauren pintaba y despintaba cuando no quedaba conforme, mientras Camila le leía, o cantando a la par con la música que ponían en sus móviles. Aparte de eso, también bailaban en el patio central, después de la cena y para sorpresa de Lauren y de muchas otras, Camila lo hacía muy bien y parecía tener un talento natural para moverse.

A las vacaciones largas se fueron con la promesa de llamarse, ahora iba a ser más fácil para ambas puesto que tenían móviles, también con la expectativa de que, si coincidían en la estadía en New York, podrían verse y salir a hacer algo divertido.

Nunca pasó.

El tercer año, Camila ya con trece se sentía toda una veterana en las lides del colegio y en su amistad con Lauren.  Había aprendido a que para no sufrir era mejor no esperar, por eso mismo, se registró y subió de manera distraída al dormitorio 73 del segundo piso, llevando su maleta y saludando a las compañeras que se iba encontrando. Pero cuando ingresó se sorprendió de sobre manera al encontrarse con Lauren quien estaba tendiendo la cama C, es decir la que quedaba justo al frente de la de Camila.

_¿Qué haces? ¿Tienes una nueva protegida? -Le preguntó la menor con una gran sonrisa, es decir la misma que ponía cuando se encontraba a su amiga.

_Nada de eso. -Le respondió Lauren yendo a su encuentro para abrazarla. _¡Te he extrañado un montón!

_Yo también te extrañé. -Le dijo sincera Camila correspondiendo el saludo, apretujándola.

_¿Y entonces? -Inquirió Camila cuando deshicieron el abrazo. ¿Por qué estás haciendo esa cama?

Lauren la miró sonriente y le habló ceremoniosa.

_¡Estás parada ante tu nueva compañera de habitación!

Camila se tardó unos segundos en comprender lo que había querido decir y cuando lo logró, saltó sobre ella, emocionada y se le colgó como koala.

_Qué gran noticia. -Le dijo realmente feliz. -Ya no tendrás que dejar tu cama ocupada con almohadas y con esa peluca ridícula.

Lauren se rio divertida y mientras arreglaron y deshicieron las maletas, empezaron a contarse lo que habían hecho en esos meses de vacaciones. Luego bajaron y fueron a ver si el refugio seguía intacto y ambas celebraron cuando lo descubrieron igual. Lo limpiaron con particular esmero y luego se sentaron a seguir con la conversación, que giraba en torno a las innumerables fiestas a las que Lauren había asistido.

_Me la pasé increíble. -Y continuó diciendo: _Si algún día te dejan tus padres, te llevo conmigo en unas vacaciones.

_No me gustan las fiestas, Lauren. -Negó Camila con una mueca de hartazgo y Lauren se le burló.

_¿Cómo sabes que no te gustan si no has ido a ninguna?

Camila se encogió de hombros.

_Por lo que me cuentas, sé que son cosas que no quiero vivir.

_A veces se me olvida que eres un alma vieja con ínfulas de nerd. -Se le siguió burlando y Camila le tiró una almohada en la cara.

_En estas vacaciones aprendí dos cosas. -Optó por cambiar el tema antes de que la menor se enojara de verdad.

SeculorumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora