Parte 41.

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Caminaban tranquilamente, tomadas de la mano, habían decidido salir a cenar para tomar aire, cenar y recuperar energías después de las largas horas retozando en la cama. Ambas sabían que tenían temas por hablar y estaban esperando encontrar el momento adecuado.

_Desde que vi tus informes en el noticiero, tengo algunas preguntas. -Le dijo Lauren y Camila asintió para animarla a que las hiciera y con la mano libre la tomó por el antebrazo que tenían entrelazados y le dio un pequeño apretón.

_¿Qué se siente estar ahí?

_¿Te refieres a lo que se siente estar en una guerra? -Quiso saber Camila y Lauren asintió.

Camila se quedó pensando unos segundos sin detener los pasos.

_Cuando escuché las primeras explosiones y corrí a la ventana pudiendo ver el humo y la destrucción, pensé en lo incoherente que somos los humanos, mientras medio mundo se la pasa debatiendo si es lícito o no el aborto, allí en cambio, nadie se pregunta si es lícito quitarles la vida a personas con vidas sanas construidas, hijos de alguien, madre de alguien, esposo de alguien. Entonces lo que sentí fue rabia. Rabia y asco porque somos una especie fallida.

_¿Y hablaste con Clariss de eso? -Preguntó de nuevo, Lauren.

_Ella conoce el infierno, ha estado en él en muchas ocasiones cubriendo innumerables conflictos y guerras, ha estudiado a los hombres en la guerra, así que los interrogantes que yo pueda plantearme, ella ya se los planteó y seguramente ha obtenido las respuestas. -Le soltó con calma. _Lo cierto es que ella es impresionante, no hay ninguna puerta cerrada para ella, nunca nadie le niega nada, se ha ganado el respeto del gremio e incluso de personas del gobierno.

Lauren dejó salir una risa nasal y giró la cabeza para mirarla, parecía una puberta hablando de su ídolo pop, pero prefirió no decirle nada al respecto, porque lo que estaba buscando era hacerla hablar sobre lo que había vivido, quería que si había vivido algo traumático, lo dejara salir.

_¿Y qué sentiste cuándo saliste del ahí?

_Siento que todavía no he dimensionado lo que viví. _Le respondió pensativa. _Lo cierto es que de Kenia volamos a Berlín, y cuando entré al hotel, me quité el jean y la camiseta que había usado todos esos días, me di una ducha larga y me metí en la cama disfrutando de las sábanas limpias. Pero sucedió que cuando vi la ropa sucia en el piso, aparte del alivio de sentirme en un lugar seguro, experimenté una sensación de alegría, fue como si el quitarme finalmente esa ropa sucia que había usado todos esos días, me hubiese liberado del asco, el miedo y la angustia.

_¿No has pensado en abordar tu profesión desde otro ángulo? -Le preguntó Lauren, tratando de ser cautelosa, pero deseando con todas sus fuerzas que dijera que sí, que no quería volver a hacer corresponsalías donde su vida corriera riesgo.

_Necesito ver cómo se hace la guerra. -Le respondió con crudeza y detuvo sus pasos para verla a la cara. _Tengo por padre a un coronel que participó fue a Afganistán y un hermano que sigue sus pasos en la milicia, y quiero comprenderlos, a ellos y a los que van a las guerras, quiero saber qué piensan y qué buscan los hombres que matan a otros.

Retomó la caminata y suspiró con una mueca de resignación.

_También creo que la guerra es la prueba más grande de la idiotez humana y me gustará poderle hacer ver al mundo cuan hipócrita es, que no permite que una mujer se deshaga de un embrión fecundado, pero acepta que hombres jóvenes mueran en nombre de la patria. Quiero que el mundo entienda lo incoherente y patético que es condenar al vecino que mató por robarse una moto, pero que si mata a otros usando el uniforme que le otorgó la patria, es heroico y glorioso.

SeculorumWhere stories live. Discover now