Parte 11.

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Conseguí wifi, así que les dejo estos dos capítulos. ¡Disfruten!


Una semana después Camila todavía estaba trastornada y Grace cada vez más preocupada por ella. Le habían hecho los exámenes que, por supuesto habían salido bien, pero ella seguía metida en la cama la mayor parte del día, de la que solo salía en la tarde casi noche, cuando Nick regresaba de la escuela y le suplicaba para que jugaran algún video juego.

Lauren había llamado todos los días, pero ella no había querido ponerse al teléfono. Le había pedido a Grace que le diera tranquilidad sobre su salud, pero que le diera alguna excusa porque quería tener paz esos días.

Su madre siguió su petición al pie, pero como buena madre que era, empezó a sospechar que algo estaba sucediendo entre ellas. Por fortuna, Richard no estaba presionando por nada, ni siquiera porque sabía que estaba perdiendo clases y es que, aunque no era un hombre elocuente ni afectuoso, conocía a su hija al dedillo y también sospechaba que la dichosa enfermedad de su hija era más emocional que física, por lo que una noche cuando se fueron a la cama, le dijo a su mujer que le preguntara a Camila que si quería que la cambiaran de colegio.

El reloj biológico de Camila la despertó a las seis de la mañana, pero permaneció mirando una pequeñita mancha del techo, mientras pensaba que nunca se había detenido a pensar en las señales que le hubieran permitido intuir el terremoto que se había desencadenado en su existencia los últimos días. Había leído en muchos libros sobre amores bonitos, amores fallidos, amores enfermos, pero nunca había pensado vivirlo en primera persona.

Grace la sacó de sus elucubraciones cuando entró en la habitación con el desayuno, que depositó en la mesita auxiliar y luego se sentó a los pies de la cama.

_¿Cómo te sientes, mi amor? 

Camila se sentó contra la cabecera de la cama y le sonrió con dulzura.

_Bien, mami. -Le respondió mientras estiraba los brazos por encima de la cabeza para desperezarse.

_Mi amor. -Empezó a decirle la mujer con suavidad. _Estuvimos hablando con tu papá y creemos que hay algo que no nos has dicho.

El corazón le empezó a martillar con fuerza. No estaba lista para revelar su verdad.

_Estamos preocupados. -Siguió diciéndole su madre.

Al ver que su hija guardaba silencio, siguió hablando.

_Tu papá me pidió que te preguntara que si quieres que te cambiemos de colegio.

Camila que había tomado el vaso con el zumo de naranja de la mesita y había empezado a beber de el, por poco se atraganta y lo escupió todo por los ojos: le dio por llorar.

Grace se asustó aún más y solo atinó a abrazarla para contenerla, sin saber qué más hacer.

Por largos minutos, la menor lloró y poco a poco el sollozo abrió paso a la calma, mientras su mente le reprochaba esa reacción excesiva, impropia de una persona evolucionada. Ella no podía crearles ese caos a sus padres, solo por los sentimientos que había dejado germinar dentro de ella. La oportunidad de dejar ese colegio la deseó el primer año, pero no ahora. La única elección posible era regresar. Era preciso que partiera a cumplir con sus obligaciones y evitar a toda costa que Lauren descubriera sus sentimientos. Para no dañar la amistad.

_No quiero que me cambien de colegio, mami. -Finalmente le respondió. _No me ha pasado nada malo.

_¿Segura? Sabes que puedes decirme cualquier cosa. -Le dijo la mujer con el cariño que siempre le hablaba y Camila sintió ganas de llorar nuevamente, porque deseaba poderle contar la verdad, pero no encontró la fuerza para hacerlo.

SeculorumWhere stories live. Discover now