Parte 44.

1.8K 122 69
                                    

El tiempo había transcurrido de prisa, sin tregua, permitiéndoles tener vivencias y alegrías. Camila se había graduado con honores y cada vez tenía más protagonismo en el canal, donde la audiencia empezaba a reconocerle la capacidad que tenía para narrar los hechos desde el corazón. Lauren por su parte, había terminado el proyecto en homenaje a Tay y su agente le había conseguido un espacio en la galería Quentin, una de las más afamadas de la ciudad y había tenido especial acogida. Sobre todo, había llamado la atención de los movimientos feministas y de las asociaciones que defienden los derechos de la mujer, quienes la empezaron a convocar como exponente y vocera de sus principios y objetivos. Y así, ambas, en sus respectivos campos, se estaban labrando un nombre y consiguiendo metas.

Igual pasaba con sus amigos. Tom se había graduado como abogado y trabajaba con una de las firmas más prestigiosas y seguía consolidando la relación que tenía con Kim, quien se había hecho correctora de estilo y trabajaba para una editorial importante. Por su parte, Ross se graduó de abogada también, pero estaba más centrada en las competencias como jinete y había conseguido su máximo sueño que era clasificarse para los juegos olímpicos, cosa que tenía felices a todos, incluidas a sus dos amigas más especiales y queridas.

Por otra parte, la relación de Lauren con la familia de Camila se había consolidado y cualquier duda que tenía Grace sobre ella, se había disipado al verla tan centrada y dedicada a la relación. En cuanto a Richard, había sorprendido a todos por la relación que había empezado a construir con su nuera. Y era que cada vez que coincidían, llámese acción de gracias, navidad, el grado de Camila o la inauguración de la exposición, pasaba horas enteras hablando con Lauren. Ninguno daba crédito al verlos.  La primera sorprendida había sido la misma Lauren, pero no podía negar que disfrutaba esas conversaciones sobre diversidad de temas, ya fuera de política, la guerra, el futbol, economía... ¡de lo que fuera!

Camila estaba feliz de que se llevaran bien, aunque por eso mismo había empezado a referirse a su padre de manera hilarante como El lobo cojo, porque se había materializado la metáfora, en cuanto a que el coronel había encontrado con quien comunicarse de manera libre y distendida por horas, fuera de su manada. Nunca hablaron con él sobre la relación de ellas, no necesitaron hacerlo, sin embargo estrecharon los lazos como una verdadera familia, aunque a Lauren a veces le costara e intentara poner distancias innecesarias.

Y es lo que había sucedido cuando recibió la llamada de su madre para decirle que la abuela había partido. Camila de inmediato quiso avisarles a sus padres por si querían acompañarlas al funeral, pero Lauren se había opuesto. Se enfrascaron en una riña por eso, hasta el punto de que Camila estuvo cerca de anular su viaje y sustituirlo por uno a Georgia para hacer una corresponsalía. Pasaron casi veinticuatro horas actuando como extrañas, mientras que Lauren se preguntaba qué necesidad había de involucrar a sus suegros en ese asunto. No fue hasta que estuvieron en el aeropuerto, cuando se dio el tiempo para reflexionar sobre la actitud de Camila y entendió lo que estaba haciendo. La estaba ayudando, como ella misma se lo había pedido una vez.

La Camila de antes le respetaba las decisiones, aunque fuera en contra de sí misma, aunque la lastimaran. Esta Camila la estaba obligando a incluirla, a ella y a sus padres, en un asunto de familia, no estaba dispuesta a permitirle que se alejara, a que la hiciera a un lado.

Sin decirle nada previo, se puso de pie y fue hasta una tienda de souvenirs, compró un pequeño panda y regresó a sentarse junto a ella.

-Perdóname. -Le pidió mientras le entregaba el obsequio.

Camila lo recibió y le regaló una sonrisa.

_Te perdono. -Concedió y de inmediato agregó: _Y perdóname tú a mí.

_No tengo que perdonarte, mi amor, porque sé que estás intentando ayudarme a ser mejor. -Le dijo con cara de cachorro y Camila se rio con sorna.

_No te pido perdón por eso, aunque me da gusto que entiendas esa parte. -Le dijo todavía con la sonrisa.

SeculorumWhere stories live. Discover now