Parte 32.

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Los primeros días luego de su partida, Lauren se mantuvo en permanente contacto. <<Mi amor, ya estoy en Londres>>  <<Mi amor, hoy pasé el día en la torre de Londres y luego fui a un pub. Te veo pronto>>. <<Mi amor, hoy recorrí Notting Hill, te veo pronto>>. <<Mi amor, no entiendo a los ingleses y su obsesión por su monarquía....Te veo pronto>>.  Camila había tenido razón cuando le dijo que la tecnología achicaba las distancias, el problema era la diferencia horaria que empezó a interferir en su comunicación, porque cuando Lauren estaba libre para hablar, Camila estaba en el trabajo, pero cuando estaba libre, Lauren estaba durmiendo.

Camila siguió con su vida tratando de que fuera lo menos angustiante, viviendo un día a la vez, consumida por sus obligaciones. Sus amigos que sabían de la partida de Lauren, estuvieron pendientes de ella y la convidaban a salir, pero ella siempre encontró una excusa para evadirlos, porque su humor no le daba para ver a nadie. Ni siquiera acompañó a Ross a los clasificatorios para el mundial de equitación y que lo lamentaría después cuando la chica le reclamó por no haber ido para compartir su alegría pues había conseguido su cupo.

<<Mi amor, llegué a Dundee. Te veo pronto>>. 

Ese verano fue invierno para Camila, cada vez que Lauren le escribía o le decía en las cada vez más exiguas llamadas que se verían pronto, sentía un alfilerazo en el corazón. Cada vez que Grace le preguntaba por ella, o Tom, o Kim, o Ross, cambiaba la conversación, no se atrevía a pronunciarse sobre su regreso porque era una realidad que ya no se radicaría en New York, seguramente preferiría hacerlo en Miami, lo que significaría permanecer separadas.

Un fin de semana regresó Nick a pasar en familia y para ella fue una bendición, un oasis de vida en su desértica existencia y al parecer para la de Richard, a quien no le cabía la sonrisa en la cara al ver a su muchacho, con ese cuerpo cada vez más trabajado y atlético, enfundado en el uniforme de la escuela militar. Salieron a cenar todos, como familia, como no lo hacían desde que eran niños, con la diferencia que ahora en vez de reñirle a su hermano, se hacían bromas y burlas que les arrancaban sonoras risas a los cuatro.

_Aprovechando que estamos los cuatro. -Tomó la palabra Richard, con su aire marcial, cuando estaban esperando por los postres. _Les informo que me han trasladado a Washington.

De los tres, Camila fue la más sorprendida. Por supuesto Grace ya lo sabía porque él le había consultado sobre aceptar el traslado o pedir la baja del ejército, y Nick conocía ciertos detalles por lo que no era una gran novedad. En cambio, Camila desconocía todos esos detalles, en primer lugar porque la comunicación con él se limitaba a lo meramente cordial y porque con todo lo acaecido en relación con Tay y luego con Lauren, había estado aún más ausente.

_Voy como agregado militar y posiblemente me mantenga en ese cargo hasta el retiro. _Les confió.

_¿Y qué han pensado? -Inquirió Nick. _¿Se mudan los dos a D.C?

Camila se mantuvo muda, expectante, interesada porque si eso era así, ella tendría que pensar en quedarse sola, lo que significaba buscar un lugar donde vivir.

_Lo estuvimos hablando con tu madre y ella se queda. -Le respondió Richard con rostro circunspecto.

Nick y Camila buscaron alguna señal en el rostro de su madre, y lo único que obtuvieron de ella fue una sonrisa tranquilizadora.

_Pero no se están divorciando, ¿verdad? -Volvió a decir Nick en tono de broma, pero con genuina duda, porque no entendía por qué se iría él solo.

Richard resopló y lo miró indignado, contario a Grace que se rio con simpleza y se puso el dedo en la sien, girándolo, indicándole que estaba loco.

_Grace se queda contigo, Camila. -Le dijo su padre, mirándola de frente y ella, nerviosa, solo atinó a asentir, sin embargo se quiso morir cuando él completó la frase: _No puedo seguir quitándote a tu madre otros años.

SeculorumWhere stories live. Discover now