Parte 6.

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En el mundo de la literatura en el que se solía abstraer Camila, era normal encontrar que los héroes tenían un refugio secreto a donde acudían a descansar o a prepararse para nuevas misiones. Pues bien, en su mundo particular encontró su refugio, que distaba de ser una cabaña en el bosque como en los libros o una cueva enorme dotada con toda clase de tecnología. Su refugio era un pequeño espacio, como de un metro cuadrado y al menos otro metro de alto que estaba en la parte trasera de la biblioteca y que quedaba en la zona más alejada de todo en ese colegio.

Lo descubrió por casualidad y al comienzo lo usó como refugio para leer sin ser molestada por las de vigilancia o sus propias compañeras. Pero un sábado en la tarde, cuando Lauren le dijo que quería escuchar música pero que no quería exponerse a sacar el móvil corriendo el riesgo de que la descubrieran y se lo quitaran por ir en contra de las reglas, Camila la invitó a su lugar privado. Lauren quedó sorprendida, no solo porque ella creía conocer cada rincón de ese colegio, sino porque Camila se había tomado el trabajo de llevar almohadas y una manta hasta allí, de manera clandestina.

Ese pequeño espacio era el lugar más recóndito del colegio, más allá solo existían árboles y maleza, lo cual le daba un valor agregado al refugio porque les permitía a las chicas echar a volar la imaginación observando los árboles o escuchando los pajaritos.

_¿No te da miedo que alguien descubra este lugar y te roben tus cosas? -Le preguntó Lauren viendo que aparte de las almohadas y la manta, también tenía varios libros allí.

Camila se encogió de hombros, indiferente.

_El placer tiene sus riesgos. 

Lauren dejó salir una risita nasal mientras se acomodó en el piso.

_¿De qué placer hablas? 

Camila la miró con los ojos como platos y sintió vergüenza por lo que pudiera estar pensando la mayor.

_¡El placer del silencio, de estar sola y tranquila!

Lauren soltó una risotada al ver las mejillas coloradas de la menor y se lanzó sobre ella a hacerle cosquillas.

_¡Me das asco! -Siguió diciéndole Camila en reproche mientras se retorcía de risa por las cosquillas.

Muchos años después, ambas recordarían los momentos que pasaron en ese refugio clandestino como los mejores de esa época.  Siempre que se reunieron allí fue para escuchar música, comer lo que les llevaban sus padres o Tay, para que Camila leyera en voz alta y Lauren acostada con la cabeza en las piernas de Camila la oía atentamente. Un domingo por la tarde cuando Lauren regresó de su salida con Tay, encontró a Camila acostada en el refugio con las manos detrás de la cabeza y observando el techo.

_Pareciera que estás a punto de descubrir la fórmula para viajar más rápido que la luz. -Bromeó Lauren, al verla tan pensativa.

_¡Eres boba! _Le reprochó la menor, sonriendo al ver a su amiga de regreso tan temprano y de inmediato se sentó dispuesta a escuchar las historias con las que Lauren volvía, después de pasear por Siracusa con Tay.

Después de la narración de su día en la ciudad y de entregarle lo regalitos que le había comprado, Camila finalmente le contó que estaba pensando en que deberían decorar las paredes y el techo del refugio. Le dijo que recién había terminado de leer el libro sobre los secretos de la Capilla Sixtina y los mensajes prohibidos de Miguel Ángel y que eso le había hecho querer pintar el lugar.

Lauren con ese instinto primario que tenía por querer complacer a la menor en todo, el siguiente fin de semana le pidió a Madison cuando se fue a la ciudad con sus padres, que le trajera todo lo necesario para pintar el refugio. Obviamente no le contó la verdad a su compañera para lo que usaría las pinturas, ese era su secreto con Camila, uno de los muchos que compartirían en esos años. 

SeculorumWhere stories live. Discover now