Parte 36.

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Trabajo en arte empapado de feminismo con la esperanza de que aporte una visión diferente a la enseñada en las diferentes etapas de la historia del arte y que se fundamente en la identidad y la experiencia. Afortunadamente ya otras artistas del siglo XX se fundamentaron en la violencia contras las mujeres como tema recurrente en sus obras y me permito citar a Alice Need, Remedios Varo, Louis Bourgeois, Frida Kahlo, Hannah Wilker y algunas otras. Sin embargo, sus obras han llegado a las salas de exposiciones de galerías y museos, sin que hayan causado el ruido que se necesita, probablemente porque la violencia de género está normalizada. Está en nuestras manos evitar que siga pasando. Los convoco a incluir la perspectiva de género en todos los ámbitos de la cultura, cada quien en su ámbito de trabajo, hasta que no se ignore más este problema social, que logremos eliminarlo, y ya no tengamos que llorar a más mujeres asesinadas por machos violentos.

Un fuerte aplauso se escuchó en el recinto tan pronto cerró su intervención y varias chicas la abordaron con palabras de admiración y otras de agradecimiento. Lo que había empezado como una actividad del área académica del museo, se estaba convirtiendo con el paso de las semanas en un baluarte del movimiento artístico en pro de la lucha de género. Y es que en efecto, el museo le había otorgado el patrocinio para el desarrollo de su proyecto que le incluía una suma de dinero mensual aparte de los recursos materiales necesarios. Sin embargo, en contraprestación tuvo que vincularse con el área académica del museo ofreciendo quince horas a la semana de talleres a los artistas en formación y dos conferencias al mes sobre la violencia del género en el arte, precisamente para empezar a crear una conversación sobre su propia obra en desarrollo. Quince horas de talleres a la semana pueden sonar a poco, pero si a esas quince, se les suma las horas de preparación y después de realizados, las horas de revisión y calificación, se triplican.

El movimiento feminista ya de por sí estaba arraigado entre el estudiantado de las universidades adjuntas al museo y el que apareciera esta artista norteamericana, joven, guapa y con esa actitud combativa, hablando sin filtros, fue atrayendo al público femenino y cada vez más el auditorio se veía rebasado en el aforo.

Esa era la nueva vida de Lauren en Edimburgo y el precio que estaba pagando por realizar su proyecto, dividida en cumplir con las obligaciones para con el museo y en trabajar en su propia obra. El patrocinio se lo habían dado sin fecha de terminación, pero ella se había propuesto metas de trabajo diarias para terminarlo en un plazo no superior a un año y basada en esa planificación, disciplinada como era, trabajaba sin descanso en una especie de vida ascética de la que solo se desconectaba para saludar a su novia a través de mensajes y poco más.

Cierto día, la dirección le notificó que había un problema con su condición migratoria y que debía solucionarlo a la brevedad, para poder seguir percibiendo el patrocinio. Después de hacer algunas llamadas a las autoridades competentes, le fue informado que esos trámites debería hacerlos en su país de origen. La noticia le cayó como balde de agua helada, porque entorpecía toda su programación, pero pasado el enojo inicial, se ilusionó con volver a casa por un par de días y ver a su novia.

<<Tengo una sorpresa para ti, mi amor. Pronto sabrás de qué se trata>>

Le mandó el mensaje con una sonrisa, pensando en la sorpresa que se llevaría su chica cuando se encontraran después de todos esos meses. Ella había sobrevivido refugiándose en el trabajo, evadiendo el dolor que carcome el alma por la ausencia y teniendo como certeza que cada día era uno menos para volver a ver el precioso rostro de su novia y poder sentir sus caricias. Lo único que la alimentaba y la mantenía erguida, era saber que su amor las mantenía unidas, aunque no faltaban las veces en que le entraba la duda y se mortificaba preguntándose si se había equivocado al quedarse en ese país tan distante, haciéndose la fuerte, y recurriendo a la memoria de su hermana y el cobarde hecho del que fue víctima para sacar fuerzas y continuar con el proyecto con el que la homenajearía. El día más duro había sido cuando hizo la videollamada en el que le consultó sobre quedarse, no solo por el hecho de que había decidido prolongar la separación al menos un año más, sino porque verle sus ojitos tristes y su rostro compungido a pesar de los vanos intentos por parecer feliz, la habían hecho querer subirse a un avión de inmediato y regresar a su lado. Esa noche se fue a la cama sin fuerzas, agobiada, abrazada a la sudadera que le había robado y a la que solía aferrarse tratando de sentirla cerca a través de su aroma.

SeculorumWhere stories live. Discover now