capítulo 15

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Noto un ligero peso en mi pecho mientras escucho el sonido de mi alarma despertarme mientras bufo cansado.

La apago a duras penas mirando la hora, 7:15 de la mañana. Nayla duerme como un lirón apoyada en mi pecho y a mi se me escapa una sonrisa tonta al verla dormir tan tranquila. No parece ella, ya que su estado natural es ser un completo terremoto.

Es lunes por la mañana y hoy volamos a Madrid para quedarnos en las Rozas con la Selección. Nay al final se quedó todo el finde en mi casa y me ayudó a preparar la maleta después de mucho insistir. No iba a poder verla en una semana y unos días seguramente y me apetecía estar todo el tiempo posible a su lado.

Salgo de la cama como puedo intentando no despertarla y me meto en el baño para darme una ducha rápida. El agua me despierta un poco más, estoy acostumbrado a madrugar pero eso no quita que lo odie con todas mis fuerzas, si por mi fuera me quedaría durmiendo hasta la una de la tarde abrazado a su pequeño cuerpo.

Cuando salgo del baño con el pelo húmedo y una toalla rodeando mi cintura veo que la rubia ya se ha despertado y está mirando su móvil aún metida entre las sábanas de mi cama.

—Buenos días, rubia de mi alma.—le doy los buenos días contento mientras me siento en el borde de mi cama.

—Buenos días cateto.—dice aún con voz ronca porque me supongo que se acabará de despertar.

Sonrío al verla con los pelos alborotados y su cara de dormida, es que es súper mona. Deja su móvil en la mesilla antes de rodar en cama y acercarse a mí sentándose a mi lado mientras apoya su cabeza en mi hombro desnudo.

—¿Llevas mucho despierta?—pregunto mientras acaricio su pelo con suavidad.

—Escuché tu despertador pero estaba tan calentita debajo del edredón que me quedé mientras tú te duchabas.—explica antes de darme un beso en el hombro.

—Que cabrona, y yo intentando hacer el mínimo ruido para no despertarte.—me quejo yo mientras le pellizco uno de sus muslos.

—Si en el fondo eres un solete, Pedrito.—dice con una sonrisa vacilona en el rostro.—Me voy a duchar, que sino no despierto.—me dice antes de depositar un suave beso en mis labios y levantarse de la cama.

No dejo que se escape tras ese gesto y la cojo del brazo lo más rápido que puedo, tiro de ella hacia mi haciendo que se siente sobre mi regazo y yo sonría mirándola por la cercanía en la que están nuestros rostros.

—¿Que quieres ahora tú?—pregunta con una sonrisa mientras pasa uno de sus brazos por mis hombros.

—Mi beso de buenos días, nena.

Si cuela coló, el mundo es de los valientes.

Ella sonríe mientras me mira con los ojos brillantes y yo ya siento un puto terremoto dentro de mi mientras mi corazón empieza a latir apresurado. No sé cómo lo hace, pero tiene demasiado efecto en mi.

—Te tengo demasiado consentido, González.—responde ella mientras se agarra a mis hombros y roza su nariz con la mía.

—Mentirosa.—le susurro con una sonrisa mientras acaricio su mejilla. —La que te tiene consentida soy yo a ti, que te dejo dormir la mar de bien en prácticamente toda mi cama. Hay que ser un poco considerada y pensar también en la otra parte de la pareja eh...—la vacilo yo.

—¡Pero serás falso!—salta ella provocando mi risa. —El que duerme en medio de la cama eres tú, no mientas Pedro.—me mira seria haciendo que me muerda el labio inferior intentando no reírme más.

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Where stories live. Discover now