capitulo 40

5.8K 237 11
                                    

ρedri.




Me despierto por la claridad que entra por la ventana de la habitación, además de que el insomio está podiendo conmigo estos últimos días. Suspiro desperezándome y por lo que puedo ver cuando miro la pantalla de mi móvil aún es bastante temprano.

Nayla duerme a mi lado tranquilamente medio destapada y aferrándose a mi cuerpo haciéndome esbozar una pequeña sonrisa al ver su pelo rubio revuelto encima de la almohada.

Llevamos ya dos dias en Tegueste, y a pesar de que pensaba que el irme una semana entera de Barcelona y aprovechar el Carnaval en mi ciudad natal me haría bien para desconectar ha hecho el efecto contrario ya que me siento como una puta mierda mentalmente.

Mi ánimo ha decaído sin poder evitarlo y por mucho que intente ser el Pedri de siempre que anda siempre a bromas no me sale. Me siento fatal sin poder jugar y la espera para saber cómo va avanzando la cosa me causa muchísima ansiedad.

Suelto el brazo de la rubia que me está abrazando delicadamente para no despertarla antes de levantarme de cama haciendo el menor ruido posible.
Me pongo una camiseta y me calzo mis chanclas antes de coger mi móvil y salir de la habitación para bajar al piso de abajo.

Son apenas las ocho y mis padres aún no han bajado al restaurante por lo que me los encuentro a ambos sentados en la cocina.

—¿Y tu despierto tan temprano, cielo?—pregunta mi madre preocupada al verme entrar por la puerta de la cocina.

—No puedo dormir más.—digo intentando no darle importancia mientras suspiro y le doy un beso en la cabeza a cada uno antes de sentarme en mi sitio.

—Pedri, estás durmiendo poquísimas horas desde que estás aquí...—dice mi padre preocupado mientras me da un apretón en el hombro. —Sabes que si quieres hablar estamos aquí para ti, hijo.

El problema es ese. Que no quiero hablar con absolutamente nadie de cómo me siento porque no quiero dar más lastima.

—Estoy bien, enserio.—digo intentando convencerlos mientras les doy una ligera sonrisa. —¿Hay zumo?—le pregunto a mi madre para poder cambiar de tema ya que me estoy agobiando.

—En la nevera.—responde ella mientras se levanta de la silla. —¿Quieres que te haga algo especial de desayunar?—pregunta acariciándome la espalda.

—No puedo saltarme más la dieta mamá, si no aparte de lesionado también voy a tener bronca con la nutricionista y no tengo ganas de tener más lios, que ya me sobran problemas.—respondo con tono duro mientras me levanto de mi silla.

—Pedri...—dice ella suspirando mientras me mira con tristeza.

Si es que soy una mierda que hasta le tengo que hacer sentir mal a ella...

—No me mires así, ma...—digo suspirando mientras me acerco a ella. —Estoy bien, simplemente que toda la situación de no poder jugar y no saber cuándo voy a poder volver pues me tiene mal.

—Ya lo sé, mi amor...—dice ella haciendo una mueca mientras me acaricia la mejilla. —Pero no queremos que lo pases tú solo.

—Eso, somos tú familia y no queremos que estés mal, hijo.—comenta mi padre mientras me acaricia la espalda.

—Gracias por el apoyo, y siento si estos días mi humor no es el mejor, pero la cabeza me empieza a pensar y puff...—digo suspirando.

—No las des, cielo. Lo único que queremos es que te recuperes tanto física como mentalmente y queremos que sepas que estamos aquí para ti para cualquier cosa que te haga falta.—me dice mi madre mientras me da una cálida sonrisa.

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Where stories live. Discover now