capitulo 53,

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—¡Nayla, baja ya que llegamos tarde!—le grita mi suegra a mi novia, que está en el piso de arriba arreglándose.

—¡Que ya voy, no me agobies que no me sale el eyeliner!—le responde ella agobiada haciéndome soltar una risa mientras miro a mi hermano que está a mi lado sentado.

—No os riáis de la niña, que siempre andáis igual vosotros dos.—nos riñe nuestra madre haciendo que Raquel nos mire con una sonrisa burlona.

—Rosario, no les riñas que ya saben perfectamente cómo es Nay con sus agobios.—le dice a mi madre mientras coge la chaqueta colgada en la silla de la cocina.

Hoy mi chica se gradúa después de cuatro años en la carrera y estamos todos esperando en casa para irnos hacia el sitio donde se hace la graduación. Los padres de Nay vinieron hace dos días a Barcelona para aprovechar a estar con su hija y mis padres también han llegado ayer ya que Nay los ha invitado a la graduación.
Sí, cuatro años han pasado ya y la rubia y yo seguimos juntos. Hemos tenido nuestros momentos, no lo niego, pero al fin y al cabo es la mujer de mi vida y la amo con todo mi ser.

Me levanto del sofá y me recargo en el pasamanos de las escaleras para que Nay me escuche ya que Pablo me acaba de mandar un whas.

—Amor, Gavi me está hablando para saber si por ahí hay buen sitio para aparcar, que lleva en el coche a toda la banda y ya está saliendo de casa.—la informo hablando en tono más alto.

No escucho respuesta pero unos tacones suenan en el piso de arriba caminando y siento que se me para el corazón al verla bajar las escaleras.
Lleva un vestido color púrpura de satén que se le ajusta a todas las curvas del cuerpo con una abertura en una de las piernas que me hace babear y la espalda toda al descubierto, acompañado de unos tacones color dorado demasiado altos, joyas doradas que combinan con su pelo rubio y el pelo recogido en un moño despeinado pero elegante que le queda demasiado bien.

—Joder...—no puedo controlarme mientras la miro babeando prácticamente mientras baja las escaleras con el ceño fruncido.

—Ya estoy aquí, que me tenéis todos ya harta.—dice agobiada en general antes de mirarme a mí a los ojos. —Dile a Pablo que tiene un sitio reservado para el coche, que ya me encargue yo de reservar por lo menos cuatro plazas para poder aparcar todos.

—Estas preciosa.—no puedo evitar soltar sin dejar de mirarla a los ojos, haciendo que su postura facial se relaje y me mire más calmada antes de acariciar mi mejilla con cariño.

—Tu también gordi, siempre te repetiré que tú en traje eres mi punto débil.—me susurra con una sonrisa antes de darme un suave pico en los labios que me hace sonreír.

—Madre mía, que guapa.—le dice Raquel emocionada mientras la mira con ojos brillantes. —Creo que me voy a poner a llorar otra vez...

—Ay mami, no...—le dice la rubia con una sonrisa antes de abrazarla fuerte. —Nada de llorar todavia, que estoy sensible y no quiero estropearme el maquillaje con lo mucho que me ha costado hacerme la maldita raya del ojo.—dice con ligero tono burlón.

Raquel sonríe antes de abrazarla y besar su cabeza con cariño, luego Nay va a abrazar a mi madre que la mira también con una sonrisa orgullosa y le repite lo bonita que está. La verdad es que la relación que han establecido entre las dos es muy muy cercana, mi madre la considera otra hija más y ambas tienen muchísima confianza la una con la otra. Yo me alegro muchísimo por ello, ya que ambas son las mujeres de mi vida y no puedo estar más feliz de que mi novia y mi madre se lleven tan bien.

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Where stories live. Discover now