capítulo 29

5.9K 207 20
                                    

lα.

Me despierto de buen humor al haber dormido como un lirón después de tantos días de insomnio por culpa de los exámenes.

No me había dado cuenta lo mucho que había echado de menos mi cama hasta que ayer por la noche me quedé frita nada más tocar el colchón.

Suspiro mientras me estiro y me doy la vuelta entre las sábanas para mirar la hora en mi móvil. Son las 10:40 de la mañana y me siento como si hubiera dormido hasta las dos de la tarde. Mi cuerpo se ha acostumbrado a madrugar y ahora prácticamente ningún día duermo hasta tan tarde, excepto los días que salgo de fiesta.

Faltan tres dias para Navidad, hoy es el cuarto día ya que estoy aquí y la verdad es que se me está pasando la semana volando.
Estos días he aprovechado para pasar tiempo con mis padres, cuando no están trabajando vaya, y algún que otro día he quedado con Aida para desayunar. Se ha vuelto costumbre que se venga a mi casa por la mañana ya que las dos estamos solas porque mis padres y su madre trabajan y nuestras casas están literalmente a dos calles.

Hoy hemos quedado para comer con nuestro grupillo de aquí, así que me toca levantarme ya que si no no de coña me da tiempo porque me gusta ir con calma ya que estoy de vacaciones.

Me quito el edredón de encima y me levanto de cama mientras suspiro y me desperezo para ir a abrir la persiana. Hace muy buen día para estar a pleno diciembre, dejo la ventana medio abierta para ventilar y me pongo mis chanclas para bajar al piso de abajo.

Leo los whas de Pedri dándome los buenos días a las seis y media de la mañana y escucho su ya habitual audio contándome su vida y lo que va a hacer durante el día mientras se prepara. El pobre tiene todos los días entreno a las nueve de la mañana y ya hemos cogido la costumbre de que me dé los buenos días primero y me mande un audio kilométrico con voz de recién levantado mientras desayuna. Normalmente hacemos casi todos los días videollamada después de comer, excepto algún día de la semana que él ha estado liado por ir a comer con el equipo o yo por hacer planes fuera de casa.

La verdad es que lo estamos llevando bastante bien, y solo quedan 10 días para que lo tenga aquí conmigo de nuevo.

Le doy a pulsar el audio para hablar yo una vez he llegado a la cocina ya que me da demasiada pereza escribir.

—Buenos días, cari. Madre mía, he dormido como Dios, que ayer al final fui a tomar algo con mis padres y mis tíos por la noche y pues llegue a las tantas a casa porque estos señores se lían con nada.—digo con voz medio ronca porque me acabo de levantar. —Bueno, ya escucharás el audio cuando puedas que ahora estarás en el club dándole pataditas al balón como tanto te gusta.—lo vacilo mientras abro la nevera para coger la leche. —Yo he quedado para comer con estos, que hace la pila que no nos vemos y a ver qué tal, así que mejor te llamo por la noche porque sino no me da la vida, nené.—le explico mientras me hago un café. —A ver si me arreglo pronto porque me tengo que duchar y ya te digo yo que en cero coma tengo a la loca de Aida en mi casa para arreglarnos juntas.—digo soltando una risa. —Bueno, luego te cuento que tal me fué cuando te llame y tú ya me dirás qué tal el entreno, porque empiezo a hablar y al final te acabo mandando un audio de cuatro minutos, y aún tengo que desayunar y arreglarme.—digo para ir despidiéndome. —Dale un besito a los chicos de mi parte y a Fer también, y para ti no hay beso que me los estoy guardando todos para cuando te tenga delante dártelos todos juntos.—digo sonriendo y sorprendiéndome por lo cursi que estoy siendo. —Luego ya lo escuchas y me vas diciendo, te quiero caraculo.—digo alargando la última letra antes de cortar el audio.

Salgo de su chat y aprovecho para responderle a Aida, la cual me ha dicho hace media hora que se está vistiendo para venir a mi casa.

Dejo el móvil encima de la isla de la cocina y cojo las galletas Principe en la despensa para acompañar al café. Tampoco me quiero zampar un pedazo desayuno de los míos porque si no después a la comida no tengo hambre.
Me siento en el taburete para desayunar tranquilamente mientras miro la cantidad de Tiktok chorras que me ha mandado Pablo ayer por la noche. Le doy me gusta a la mayoría ya que si no después el niño se queja porque nunca se los veo, lo cual es verdad aunque me cueste admitirlo, pero cada mañana me levanto con 50 tiktoks suyos que voy acumulando para ver porque me da perezote ponerme a verlos todos juntos.

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα