capítulo 37,

10.3K 272 47
                                    

ρedri.





—Si me hubieras hecho caso estaríamos ya fuera y no aún aquí.—oigo a mi mejor amigo quejándose por cuarta vez en la media hora que llevamos en esta tienda.

—Nadie te ha obligado a venir, así que te jodes y aguantas, hermano.—le digo claro mientras damos la décima vuelta por la tienda. —Que indecisión, ¿se lo pillo o no?—pregunto inseguro mientras resoplo.

—Que sí.—me dice este ya cansado mientras se coloca la capucha.—Pedri, que es San Valentín y Nay con tal de pasar la tarde contigo modo pareja empalagosa después de estar toda la semana sin veros ya está más feliz que una perdiz, así que tampoco te rayes bro.

—¿Me lo estás diciendo enserio o porque quieres irte de una vez, Pablito?—pregunto con tono burlón mientras esbozo una sonrisa ladina.

—Por ambas.—responde él sincero logrando que suelte una carcajada. —Así que paga ya y vámonos, que llevamos dando vueltas en el puto centro comercial desde las cuatro de la tarde.

—No te traigo más, quejica.—le digo rodando los ojos con una sonrisa antes de pasar mi brazo por encima de sus hombros.

Él no responde pero puedo ver un atisbo de sonrisa en su cara mientras nos dirigimos a la caja para pagar.

Quien me diría a mi que iba a estar un 14 de febrero desperdiciando mi hora de siesta para ir a comprarle un regalo a mi querídisma novia por San Valentín.
Como cambian las cosas, Pedrito...

Vamos hasta la caja y pago con el móvil para después coger la bolsa que me dan. Hemos venido a buena hora ya que casi no hay gente en el centro comercial al ser martes y eso nos permite ir más a nuestra bola sin que nos paren demasiado para firmar o pedir fotos. Si fuera un día normal no me importa pararme el tiempo que sea con fans, pero he quedado con Nay en menos de media hora y aún tengo que ir a dejar a Gavi a casa.

—¿Que plan tenéis, entonces?—pregunta Pablo mientras bajamos en el ascensor hasta el parking donde tengo aparcado el coche.

—Hice reserva para cenar en un italiano y le tengo otra sorpresa en casa, que se la doy cuando me vaya a cambiar antes de cenar que no pienso ir en sudadera.—explico mientras abro el coche desde la distancia.

—¿Te vas a poner camisa, Pepi?—pregunta él mientras esboza una sonrisa burlona.—Estas irreconocible, madre mía...

—Calla un mes, capullo.—digo soltando una risa mientras me meto en el coche.

Pablo se sube al asiento del copiloto antes de que yo arranque para salir del parking.

—Cógeme el móvil y mándale un whas a Nay diciéndole que ya vamos para allí.—le pido al sevillano mientras conduzco.

—Miedo me dan vuestras conversaciones.—dice este suspirando mientras me coge el móvil y lo desbloquea para entrar en whas. —¿La pillamos antes a ella y luego me dejas en casa?—pregunta mientras teclea en mi móvil.

—Sí, que si no llego tarde con el tráfico que hay y no quiero que la nena se me enfade por hacerla esperar. ¿Tienes prisa?—le pregunto mientras acelero para adelantar al de delante.

—Que va, hermano.—dice dejando mi móvil en el sitio entre los dos asientos de delante. —Mi única cita de hoy es con mi sofá y Netflix, que estoy reventado del entreno de hoy.

—Jugamos contra el Manchester en dos dias, es normal que nos metan caña.—respondo yo mientras le subo un poco el volumen a la canción de Quevedo que está sonando.

Conduzco hacia el centro mientras hablo con Pablo de demás temas mientras escuchamos a Quevedo por los altavoces del coche y ambos cantamos las canciones en voz baja. Una vez llegamos al sitio donde hemos cuadrado de recogerla, aparco en doble fila y cojo mi móvil para avisarla de que ya estamos aquí.

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Where stories live. Discover now