capítulo 58

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Un nudo constante lleva instalado en mi estómago desde ayer por la mañana, y hoy con el paso de las horas se ha vuelto el doble de fuerte. Ya siento como la camisa se me encharca de sudor y ya no sé si es por la puta calufa que hace en Tenerife en pleno junio o porque estoy más nervioso que qué hasta sentir como mis piernas tiemblan a causa de los nervios.

—Pedri, te tienes que tranquilizar.—me repite mi hermano yendo detrás de mí hasta masajear mis hombros. —Te va a dar un infarto antes de entrar por la puerta de la finca.

—Cállate Fernando, que siento que el corazón se me va a salir del pecho.—le digo nervioso pasándome una de las manos por el pelo. —No paro de sudar, chacho.

—Eso es por la calor que hace, cariño.—me dice mi madre entrando en la habitación y cerrando la puerta. —Es que a quien se le ocurre casarse en Tenerife en pleno junio con la calor que hace.—me dice con una sonrisa mientras me coloca la pajarita. —¿Quieres que le diga a tu padre que te traiga una tila?

Está preciosa con su vestido azul fuerte y su tocado del mismo color. Nay y yo hemos decidido que mi madrina y mi familia lleve el color azul mientras que sus damas de honor y su padrino lleven el rojo, dando referencia a los colores del club, todo muy friki lo sé...

—No mamá, gracias.—le digo suspirando. —¿Falta mucho para que empiece, cómo está todo ahí fuera?—le pregunto nervioso.

—Los invitados ya han llegado y están a punto de sentarse, he estado con Nay hace un ratito y ella también está muy nerviosa cariño, pero todo va a salir perfecto tal y como lo habéis organizado.—me dice para tranquilizarme.

—¿Y los niños?—le pregunto por mis hijos.

—Con su otro padrino, me ha dicho Gavi que los traerá ahora para que los veas antes de la ceremonia.—me responde Fer. —Tranquilo hermano, todo va a salir genial que lleváis meses organizándo. ¿Te has repasado tus votos?

—Por la mañana me los sabía de memoria pero ahora mismo tengo la puta mente en blanco.—le respondo sincero haciendo que él se ría. —No te rías cabrón, como me quede en blanco delante de Nay me da un algo.

—Pedri, cariño, cuando veas a Nay entrar por el pasillo hazme caso que vas a tener todas tus palabras y sentimientos claros.—me dice mi madre con una sonrisa antes de besarme la mejilla. —Estoy tan feliz por vosotros, no asimilo aún que mi pequeño se case hoy...—dice emocionada.

La abrazo emocionado ya que la verdad es que lo que necesito ahora es un abrazo de mi madre como cuando era niño y me refugiaba en sus brazos cada vez que algo iba mal, solo que ahora tengo veintisiete años, dos hijos y estoy a punto de casarme con la mujer de mi vida.

Unos toques en la puerta hacen que nos separemos para mirar quien viene y no puedo evitar sonreír al ver a mi mejor amigo vestido de traje cargando con mis dos hijos en brazos.

—¿Podemos pasar? Estos dos diablillos quieren ver al cazurro de su padre.—pregunta con una sonrisa mientras deja los niños en el suelo.

—¡Papiiii!—gritan ambos viniendo hacia mí mientras yo me agacho para abrazarlos a ambos mientras se me llena el corazón.

Tienen ya dos años y están súper mayores. Ambos tan iguales pero tan diferentes a la vez, son lo mejor que me ha pasado en la vida y agradezco cada día de poder tener dos hijos tan maravillosos.

—Pero qué guapos estáis.—les digo sonriente mientras beso sus cabezas. —¿Os ha vestido mami así?

—No, yaya Raque.—me explica mi Pablo mientras me agarra de la pajarita. —¡Papá guapo!

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora