capítulo 55,

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ρedri.





Me giro en la cama buscando abrazar a mi chica aún con los ojos cerrados pero me encuentro la cama vacía. Abro los ojos desperezndome y mirando el reloj que tenemos en la mesilla, apenas son las nueve y media de la mañana y no sé qué hace Nay despierta si no tenemos cita en el ginecólogo hasta las doce.

Es cuando escucho ruido en el baño y a mi novia quejarse cuando entro en alerta y me levanto de la cama como un rayo.

—¿Amor, estás bien?—le pregunto alarmado abriendo la puerta del baño y encontrándomela sentada en la tapa del retrete con lágrimas cayéndole por las mejillas. —¿Porque lloras, mi amor?—le pregunto con calma mientras me pongo de cuclillas delante de ella.

—No encuentro mi pinta uñas azul, he buscado por todo el baño pero como no quería hacer ruido para despertarte he parado.—dice secándose las lágrimas. —No sé Pedri, estoy súper sensible con todo esto del embarazo...

—Ya lo sé cariño, pero ahora lo buscamos entre los dos.—le digo besando su frente. —Anda, no llores que no me gusta nada verte así.—le susurro con cariño besando toda su cara.

Ella sonríe ladinamente cogiéndome de las mejillas antes de mirarme a los ojos.

—No sé cómo me aguantas, y todavía estamos a la mitad del camino...—me dice soltando un suspiro. —Cuando me ponga como una pelota voy a estar fea, gorda e inaguantable...

Vale, eso sí que no.

—Nayla, deja de decir gilipolleces.—le digo poniéndome serio mientras la miro a los ojos. —Tú nunca te verás fea a mis ojos, me encanta verte embarazada de mis hijos y siempre te voy a ver preciosa a pesar de cómo estés. Un poco inaguantable puede que sí que estés pero lo compensas con tus hormonas alborotadas y ya se soluciona...—le digo eso último con una sonrisa burlona haciendo que ella suelte una risa mientras me da un leve empujón.

Tengo razón joder. Tiene unos cambios de humor muy radicales que me vuelven loco ya que nunca se por donde me va a salir, aunque por lo menos ha dejado ya las náuseas y las ha cambiado por esas hormonas alborotadas que me tienen jodidamente loco. Si antes ya éramos activos sexualmente ahora lo somos el triple, y yo no puedo estar más contento ya que me encanta disfrutar de mi novia embarazada a todas horas.

—Que bobo eres...—me dice sonriente antes de besar mi mejilla con cariño.

Yo aprovecho para unir mi boca a la suya haciendo que ella suspire contra mis labios mientras mi lengua busca la suya con avidez y mis manos descansan aún en sus muslos desnudos mientras estoy de cuclillas delante de ella. La rubia hunde sus manos en mi pelo alborotado mientras lame mi lengua dándome un generoso beso de buenos días. Deja suaves picos en mis labios cuando ambos nos quedamos casi sin aire y se separa lentamente de mí con una sonrisa en la cara mientras me mira a los ojos.

—Anda, vamos abajo a desayunar que necesito comida para alimentar a nuestras dos bendiciones.—dice levantándose de la tapa del baño. —Además, fijo que Brunito está esperando el desayuno ya abajo, que lo he escuchado bajar cuando me he levantado yo.

Porque sí, son dos. Lo sabemos desde hace poco, en una de las ecografías la matrona nos comentó que venían dos y nosotros no pudimos estar más contentos. Al principio fue algo inesperado pero nos alegró el corazón de una manera impresionante.
Hoy volvemos a tener que ir a consulta con la matrona, ya que Nay está de veinte semanas y hoy nos van a decir el sexo de los bebés.

Bajamos las escaleras de casa y yo me pongo a hacerle en desayuno mientras ella se sienta en una de las sillas de la cocina.
Le doy de desayunar también a Bruno, que ya estaba abajo cuando hemos bajado nosotros, y cuando noto un momento de calma no puedo evitar levantar la cabeza de lo que estoy haciendo para mirarla y admirar lo preciosa que está recién levantada con sus pelos rubios alborotados y su barriga ya un poco abultada mientras luce una de mis camisetas del Barça de hace algunas temporadas.

RENDICIÓN ; pedri gonzález. Where stories live. Discover now