III

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Los pasos apresurados del primer secretario del rey parecen escucharse por todo el palacio debido al completo silencio de la noche. Luego de lo que pareció ser un momento trágico, las cosas se calmaron apenas los guardias se aseguraron que el perímetro permanece ahora limpio. Sin embargo, el caos reinó por, lo que pueden llamarse, minutos eternos cuando en realidad fueron apenas diez.

Fue un susto. Sólo querían asustarnos se dice el secretario intentando calmar a su subconsciente que grita desesperado. Golpea un par de veces al llegar a la gran puerta de madera decorada con dibujos tallados en toda la superficie que se levanta frente a él y se adentra hacia la oficina apenas escucha una afirmación casi imperceptible.

"¿Están ellos bien?" pregunta Azhar haciendo referencia a su familia.

El hombre asiente lánguidamente. "Si, su majestad la reina se encuentra con su alteza real en su recámara," traga antes de proseguir, "el joven Jensen está siendo custodiado por un grupo de guardias en el cuarto oculto de la biblioteca."

El hombre ya no puede contener su rabia y envía un golpe directo al escritorio junto a él haciendo saltar al pobre secretario en su lugar. Su hermano ha dado varios signos de querer molestarlo y francamente se esperaba una reacción así ante el inmaculado silencio de Azhar. A Arlen le gusta jugar, lo hace muy bien y puede ser muy peligroso si se lo propone.

Azhar está seguro que ya sabe lo de su enfermedad y lo avanzada que está, también sabe que Jensen está listo para ser rey y quiere llegar a él antes de que logre siquiera respirar sobre ese trono.

"El personal está a salvo, pero perdimos a dos personas." El hombre en el sillón mueve su mano en señal de ignorancia. Serán reemplazados para mañana, piensa, si es que no en unos minutos. Así de rápido trabajan aquí. Ningún puesto queda vacío por mucho tiempo.

El secretario baja la mirada hacia el suelo, intentando centrar su atención en los colores de la alfombra que se extiende debajo de ellos. Está más limpia hoy, finalmente hicieron bien su trabajo, piensa refiriéndose a las dos jóvenes que fueron contratadas para ello y que no deben tener más de quince años. El rojo carmesí parece sobresalir opacando a los demás colores impresos en la tela, supone que es porque ha visto más sangre de la que querría esta noche y esa alfombra se lo recuerda. Dom odia la sangre, le repugna. El sólo observar unas cuantas gotas es más que suficiente para marearlo y maldice en silencio a Pock quien le obligó a identificar a las personas fallecidas. El simple recuerdo de eso le provoca nauseas.

También está el hecho de que deberá enviar un comunicado a ambas familias. Tendrá que escribirlas él mismo y firmar como el rey Azhar porque el mismo hombre no lo hará, tiene cosas más importantes en mente, piensa. Siempre es así. Darla Rolan y Tean Diggins fueron las únicas víctimas de la noche aunque podría haber sido peor, se dice intentando verle el lado positivo a la situación.

"No tardaremos en oír sobre ellos," murmura Azhar. Tal vez por la mañana recibirá una carta por parte de la Entidad, quizás ellos le dirán como proceder ante esto. O quizás simplemente se mantengan en silencio dándole la oportunidad de ser el mismo quien decida lo que va a pasar a continuación.

Pero algo pasará, y no será una mera conversación. Su hermanito parece estar desesperado por hacerse escuchar y Azhar le dará una respuesta, eso es seguro.

"Que este incidente no salga del perímetro, no queremos alertar a nadie en el pueblo. Asegúrate de eso." Dom asiente varias veces y continúa en silencio. "Dile a Fredich que quiero verlo y tranquiliza a mi esposa," habla, "no volverá a atacar muy pronto," afirma el hombre acercándose a la ventana. Ni siquiera voltea cuando Dom se va y la puerta vuelve a abrirse minutos más tarde, esta vez, con la persona que solicitó.

Fredich Krin es el actual jefe de la caballería. Todas las órdenes pasan por él, siendo el principal comandante y quien está a cargo en el campo de batalla.

"¿Mandó a llamar, Su Majestad?" Su voz es baja y se le nota nervioso. Por supuesto como no estarlo, el lugar que debe proteger con su vida ha sido atacado en un abrir y cerrar de ojos y él se reprime por no haber sido más cuidadoso.

"Quiero un informe detallado de lo que sucedió esta noche," dice Azhar volteando hacia el hombre a unos metros de él. Su tono es bajo, denotando enojo, decepción y unas crecientes ganas de golpear su cara contra la madera del escritorio. "¿Por qué llegaron tan lejos?"

Se permite dudar un instante, lo que enerva al rey.

"Entraron por el oeste," explica con las manos cruzadas en su espalda. El hombre a cargo está seguro de que el soldado está apretando los puños. Friedich es un excelente profesional pero su temperamento es un asco y odia cuando se le llama la atención. "Justo antes del cambio de guardia. Fueron unos segundos..." intenta excusarse pero Azhar no lo soporta más y levanta su dándole una mirada afilada.

"Unos segundos que podrían haber sido una gran tragedia." El hombre se siente mortificado frente a su rey. Le falló y sabe que no puede volver a pasar o las cosas terminarán mal para él.

"Me disculpo," realiza una leve reverencia cargada de miedo y vergüenza.

"Confío en ti, es por eso que aun sigues aquí," asegura el gobernante. "Eres bueno en lo que haces, pero la vida de mi familia y la mía está en tus manos, así que si tienes que dormir en el pasillo cerca de nuestras habitaciones lo harás," dictamina mirándolo con dureza. "No voy a perdonar otro desliz. Diles eso a los demás."

"Si, Su Majestad." Otra reverencia. En momentos así sólo queda asentir y autocastigarse con una conciencia demoledora que lo mantenga siendo torturado por un largo tiempo.

"¿Cuántos fueron?" pregunta Azhar.

"Sólo logré ver a dos huir y uno ya estaba muerto," dice Fredich, "pero no descarto que hayan sido más."

El rey asiente sin mirarlo jugando con la pluma en su mano. "¿Algún testigo que pueda ayudarte con eso?"

"Milo fue el que lo asesinó," asegura, "clama no haber visto el rostro de ninguno y no sabemos si aún están aquí." Sus palabras tienen un tono perturbado.

"Mierda," maldice el hombre antes de poner toda su atención en el guardia. "Organiza un control extra en el reino y adelanta la convocatoria para las nuevas pruebas de guardias. Serás el encargado de supervisarlo todo." Fredich asiente una vez. "Quiero la documentación necesaria de cada postulante, no nos arriesgaremos a contratar a cualquiera."

"Si, Su Majestad."

"También prepara extra vigilancia en la frontera y otro grupo en la entrada al pueblo, sean prudentes." Continúa dando órdenes pero su mente está tan llena de rabia que apenas si recuerda lo que está diciendo.

"Sí, Su Majestad."

"Y Fredich," detiene al hombre antes de que se vaya, "esto no termina esta noche, ten eso en mente."

¿Cómo espera tener el visto bueno cuando ni siquiera puede prevenir un ataque que se da bajo su nariz? Esta noche no ha sido más que una burla, ahora su hermano pensará que puede acceder a su dominio sin dificultad alguna y eso lo enfurece. Incluso puede imaginarse su sonrisa, jactándose de la hazaña que acaba de lograr.

Su acuerdo de paz acaba de esfumarse.

Pasa un dedo por el escudo que adorna el centro del sobre formado por cera caliente y un sello, y lo desgarra en un lado sacando la simple hoja que se esconde dentro. Una palabra adorna el contenido del mensaje, una palabra tan sencilla que evoca una predicción que ya conocía.

Volverán.

Es un aviso de algo anunciado. Algo que ya sabía. Él quiere algo que Azhar tiene y va a hacer todo lo posible para conseguirlo.

Pero el camino no le será tan fácil como cree.

Moon Ring - Serie Moon Ring © (Libro #1)✔Where stories live. Discover now