VII - Milo

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La taberna está tranquila hoy, como esas noches de entre semana donde no pasa absolutamente nada porque cada quien está en lo suyo. Los fines de semana, sin embargo, esos dos, tres si contamos el viernes, es una verdadera dicha para muchos que buscan un descanso, una distracción de su vida aburrida o constante. Yo prefiero las noches como estas, donde puedo beber sin ser molestado o tener un ojo vigilando a quienes entran por la puerta principal, supongo que ser un guardia es como un molesto hábito que va a perdurar por siempre.

Es mi tercera jarra de vino y aún no siento el golpe de satisfacción. No es que busque embriagarme, rara vez lo hago, es más, en muchas ocasiones hasta me felicitaban (otra palabra) por esa habilidad, solo me gusta beber. También está lo otro, el ataque de hace unas noches. Fredich aún nos tiene de los dientes con respecto a eso, incluso yo me reprimo con dureza cada vez que lo recuerdo –que es en todo momento. Sigo sin entender cómo es que no lo vimos venir, como es que yo no lo vi. Siempre soy muy observador, precavido. Soy de los primeros que notan cosas que otros no y sin embargo esta vez no pude hacerlo y perdimos a dos personas muy allegadas a quienes trabajamos allí.

Nunca voy a perdonarme eso.

Bebo hasta el fondo el resto del alcohol en mi vaso y suspiro.

"Ese fue uno muy profundo." La voz de Wallen interrumpe mi desdicha y no puedo evitar enderezar mi espalda. "¿Día duro?" Toma asiento en la silla vacía frente a mí y sonríe amistosamente mientras me mira.

Bajo mis ojos a la jarra sobre la mesa y paso mi dedo por el asa. "Más bien semana," corrijo.

Wallen bufa. "Eso amerita a una ronda más." Levanta su brazo llamando la atención del cantinero y en cuestión de segundos trae otros dos vasos. "¿Quieres hablar de eso?"

"No, de lo contrario voy a terminar golpeando algo." Tomo un largo trago y me recuesto en la silla. "¿Terminaste con lo tuyo?"

Frunce sus labios antes de beber y niega.

"Aún hay mucho que hacer, pero estoy avanzando." Puedo notar ánimo en sus palabras pero a la vez un pesar que solo él entiende.

"¿Sigues sin contárselo a tu familia?" Suelta una corta risa áspera. Por supuesto que no lo ha hecho, es más, no me sorprendería que lo haga a través de una carta con tal de no tener que atravesar ese momento incómodo.

"¿Qué estoy planeando irme de aquí?" Termina su jarra. "No, mi padre está convencido que voy a seguir sus pasos." El tono de disconformidad en su voz es difícil de esconder. Wallen no es su padre, pero tiene la misma presión como si lo fuera. Ser el hijo de Yvak Knightly no es fácil cuando las personas ponen en tus manos su futura seguridad sabiendo que su padre fue uno de los mejores soldados del país. "Voy a enlistarme pero no pienso quedarme aquí. Pediré el traslado cuando se cumplan los dos meses," dice convencido. Envidio esa forma de tener un propósito y pelear para cumplirlo. No recuerdo la última vez que lo hice. "¿Vas a seguir guardándote lo que pasó en el palacio?"

La seriedad en su rostro me dice que lo sabe todo, por supuesto no puedo esconderle nada. A diferencia de Wallen, soy una persona demasiado transparente, no puedo mentir sobre mis emociones mucho menos mentir y ya. Soy pésimo en ello, no por nada soy más conocido por ser desagradablemente honesto a ser un gran mentiroso.

"Supongo que no."

Me observa por un momento, lo suficiente como para ponerme incómodo. "¿Es por eso que estás así?"

Trago saliva antes de contestar. "Sí y no." Alguien entrando a la taberna me roba la atención por un momento. "¿Cómo está Vera?" El chico suelta un sonido de diversión.

Moon Ring - Serie Moon Ring © (Libro #1)✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora