XXVIII - Vera

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Siento la pesada mirada de Maire sobre mí. La noticia de la muerte de mi padre se extendió como un anuncio a voces desde el día de ayer, que tranquilamente pudo haber sido presentado en la plaza principal. Nadie me ha dirigido la palabra desde que llegué hace como una hora, piensan que es lo que quiero, que no quiero hablar con nadie y están en lo cierto. Las manchas bajo mis ojos son la prueba de que no he dormido bien y mi actitud dio un giro completo, como si tuviera una nube gris sobre mi cabeza, una cargada de tormenta y da un ambiente de tristeza.

Más no es lo que siento. No estoy triste, es difícil de explicarlo pero no es tristeza ni nada cerca a la melancolía. Es un sentimiento mucho más grande, fuerte, nocivo de cierta forma. Mis expresiones se congelaron, mis ojos no son los mismos.

Nada es lo mismo.

Una rabia interna, incapaz de verse desde afuera, corrompe mi alma volviéndola insípida, opaca. Cumplo con mi trabajo como lo hago a diario y regreso a casa de la misma forma. Incluso Madame Cornell se preocupó al verme y eso es demasiado, ella nunca se preocupa por nadie que no sea importante en su vida. Ni siquiera he visto mi aspecto en el espejo que se encuentra a la entrada de mi hogar. No quiero verme porque sé que esa figura me resultaría desconocida.

"Vera."

Levanto la mirada y veo dos guardias detrás de madame Cornell. Ya tengo un recuerdo sobre esto y no es para nada lindo.

"Acompáñame."

"¿Por qué?" La primera regla es nunca contradecir una orden, mucho menos cuestionarla. Pero esa pregunta sale de mi boca sin pensar, como si alguien más hablara por mí.

"Sí-gue-me" repite entre dientes. Esta vez elijo callarme aunque me gustaría arrojarle este cubo repleto de agua sucia. Sería la primera vez que la veo realmente ensuciándose las manos en el trabajo, por supuesto sé que lo hizo en su época de aprendizaje pero vuelvo a decirlo, sería la primera vez que yo la viera así.

Camino en silencio siendo escoltada por ambos guardias. Es extraño no ser arrastrada en contra de mi voluntad por estos pasillos y en vez de bajar al piso inferior, subimos las escaleras. Aprieto las manos a ambos lados del mandil que llevo puesto siendo completamente ignorante a lo que me están conduciendo. En silencio ruego que sea una visita a la lavandería superior donde recogeré algo pero se ve mucho más serio que un simple recado, me están llevando directo al pasillo donde se encuentra la oficina del rey.

Afuera, Dom, el secretario del rey nos espera con la mirada puesta en mí, haciéndome sentir más nerviosa. Creo que estoy sudando, y mis rodillas empiezan a temblar, por suerte la falda es suficiente como para cubrir eso.

El hombre se acerca haciéndoles una seña a los guardias para que esperen fuera y sólo nos deja entrar a madame Cornell y a mí.

No estamos solos.

La oficina está ocupada con otras personas además de nosotros. Más guardias.

Ni siquiera los miro, mis ojos están fijos en el hombre sentado detrás del escritorio de madera oscura quien mantiene el silencio hasta que me encuentro a pocos metros.

"Señorita Knightly," dice. Su voz provoca escalofríos en todo mi cuerpo, es la primera vez que se dirige directamente hacia mí y eso me incomoda de gran manera. "Me tomé el atrevimiento de separarla de sus quehaceres para profesarle mis profundas condolencias antes el deceso de su padre. Peter fue uno de los mejores soldados que tuve el honor de tener a mi lado y uno de los más fieles."

Moon Ring - Serie Moon Ring © (Libro #1)✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora