XIII - Jensen

40 3 0
                                    

Vera sale de la habitación como si hubiera visto un fantasma o algo peor. Por más que haya intentado disimularlo, el aturdimiento en el que se encontraba y sus ojos temerosos la delataron, y no fue la tormenta.

Por supuesto no iba a cuestionarla o seguir presionando para que me dijera algo, ya estaba bastante nerviosa. Tampoco iba a decirle que soy alérgico a la lavanda. Si no fuese por eso tendría plantas de lavanda por toda mi habitación e incluso llevaría unas cuantas flores en mi bolsillo, pero si lo hago lo más probable es que muera en cuestión de minutos. No voy a arriesgarme a eso.

Miro a mi alrededor, las hojas esparcidas sobre la mesa, los libros en el piso y lugares al azar, todo está como lo dejé, excepto por el libro, probablemente más importante en este lugar, el cual se encuentra ahora abierto.

Las páginas siguen en blanco como siempre, aun así las hojeo como cada noche a la espera de que algún día muestre su contenido.

¿Puede que esto la haya asustado? Si es cierto que este objeto carga mucha energía consigo mismo pero no deja de ser más que un libro. Al menos eso es lo que mi padre se dice constantemente a él mismo y a los demás, desestimando lo que sea que esta cosa conlleve con todas las desgracias que han estado ocurriendo desde que fue encontrado.

A mí parecer, el libro no muestra lo que hay en su interior porque tal vez no contiene nada bueno. Puede que lleve algún tipo de maldición, dado que su dueño y autor original fue un hechicero, es más que seguro que no lo dejó al mundo sin antes asegurarse de que no fuera leído por cualquiera. O posiblemente nunca lo haya querido dejar y punto, tal vez se le fue arrebatado al morir. Sé que tuvo muchos enemigos, también sé que era poseedor de información peligrosa, o al menos eso es lo que escuché.

No hay persona en este lugar y alrededores que no conozca el nombre de Amand Thyre, el primer recipiente del anillo de luna.

Lo llaman recipiente porque el anillo necesita de alguien para que su poder pueda ser desplegado. Sin embargo, nadie conoce qué tipo de poder posee ni que tan peligroso es, de todas formas, es aun el objeto más buscado por todos pero nadie sabe su paradero.

El anillo es indetectable. Lo sé porque mi padre ha pedido a una gran cantidad de hechiceros, videntes, y demás personas relacionadas al mundo mágico y espiritual que encuentren la forma de dar con él, pero nadie logró hacerlo. Según ellos, lleva un campo de fuerza que lo hace inalcanzable a menos que este quiera ser encontrado, y si ya se encuentra en un recipiente, las posibilidades de encontrarlo son aún menores.

Hablan de él como si estuviera vivo, como si pensara por sí mismo, como si tuviera uso de razón.

Camino fuera de la biblioteca y me dirijo directamente hacia la misma habitación que visito cada noche antes de irme a dormir.

La cama está acomodada a la perfección, como siempre. La habitación está impoluta, tranquila, a oscuras, como si nadie estuviese ocupándola cuando en realidad es todo lo contrario. Odio esta habitación porque los recuerdos de venir aquí cada noche siendo recibido por la sonrisa entusiasta y los grandes ojos brillantes de mi hermana aun me persiguen. Yesmin ya no me da la bienvenida de esa forma, en su lugar solo mi mira con detenimiento cuando atravieso la puerta y ambas esquinas de su boca se elevan con esfuerzo. Ya no es la niña sonriente y activa que era, ahora solo es una cáscara con menos color cada vez que la veo.

Ver como la vitalidad de alguien a quien amas se va esfumando poco a poco frente a tus ojos y no poder hacer nada para evitarlo, debe ser uno de los peores castigos.

"Llegas tarde," dice con suavidad. Cierro la puerta detrás de mí y me acerco hasta su cama colocando mi peso contra el poste de pie que forma parte del dosel.

"Lo lamento," digo, "me encontré con alguien que necesitaba mi ayuda en el camino."

Su sonrisa se hace un poco más grande.

"Me alegra que aun sigas haciendo eso, la empatía es un valor que nunca debe de perderse."

"Tú me enseñaste eso, si no lo hago temo que podrías acabar conmigo."

Yesmin es quien me hizo ver que estaba llevando mi vida por el mal camino. Un día cualquiera me dio una charla donde logró cambiar mi punto de vista sobre el mundo, mis responsabilidades, mi código moral y lo mucho que me perdía por comportarme como un adolescente rebelde todo el tiempo. Cuando Yesmin cayó enferma todo en mí se desató por completo provocando que me vuelva loco.

Veía a mis padres perder las esperanzas cada vez que algún tipo de medicina no surtía el efecto esperado. Me enojé, me deprimí, creí que mis salidas, relaciones, diversión era la clave para sacarme todo este pesar que cargaba hasta que caí en la cuenta de que si a mi hermana no le queda tanto tiempo como se dice, no debería estar haciendo todas esas cosas, debería estar con ella, como su hermano mayor.

"¿Puedes deshacerte de esa flor de jazmín?" señala el gran recipiente de cerámica en una mesa junto a la ventana. "Mamá ordenó que colocaran un jarro lleno de ellas esta mañana y el perfume me está enloqueciendo."

Es cierto, el perfume a jazmín es condenadamente fuerte, me sorprende que no se haya sofocado aun.

"¿Creyó que eso te alegraría?" Pregunto mientras me encamino a la esquina y remuevo el atado de flores blancas colocándolas en el baño contiguo, al salir las llevaré conmigo hacia el jardín interno.

"Se esfuerza cada día más," la escucho decir, "a veces es demasiado."

Ese susurro se escucha más fuerte de lo que suena. Ese es un grito de auxilio de su parte, me dice que nuestra madre la está ahogando con tanta atención. Tuve una charla con ella hace unos meses, creí que había servido para calmar su constante paranoia ahora veo que ha vuelto.

No obstante, no la culpo, es una madre preocupada por su hija. Quiere que tenga una larga vida y no se hace a la idea de perderla. Ninguno de nosotros lo hacemos.

Yesmin es la mejor de todos nosotros.

La única que merece una buena vida.

Vuelvo hacia ella y tomo asiento a su lado. La cama es lo suficientemente grande como para que todo mi cuerpo quepa en uno de los costados. Enciendo la vela en su mesa de luz y finalmente me relajo posando mi cabeza contra el cabecero de madera. "Si le dijeras lo que sientes sería mucho más sencillo."

Mi hermana se acurruca sobre mí y la sostengo como lo hice toda mi vida. Parpadeo varias veces alejando esas lágrimas que amenazan con salir. Jamás he llorado frente a ella, no lloro aun estando solo. Siempre que me veo consumido por un sentimiento de tristeza intento alejarlo haciendo cosas que me hagan olvidarlo. Lo evito lo más que puedo porque no me gusta sentirme así, no me permito hacerlo.

"Sabes lo terca que es, cree que todo esto es bueno para mí." La habitación queda en silencio por unos segundos, luego decido romperlo.

"¿Deberíamos leer un poco?" Localizo el libro que comenzamos hace una semana y el cual leemos cada noche, unas cuantas líneas hasta que Yesmin logra conciliar el sueño. Dice que mi voz es como un somnífero para ella, aunque no sé si ofenderlo o tomarlo como un cumplido.

Hace un sonido de afirmación. "Quedaste en el capítulo veintiuno, el inicio de la clave Thorn," cita el título del apartado en voz alta y empiezo a recitar el cúmulo de palabras que aparecen frente a mí.

Al cabo de unos minutos la respiración de mi hermana se hace lenta y de un ritmo constante. Está dormida. Acaricio su cabello por un largo rato antes de apartarme para apagar la vela y salir de aquí, llevando conmigo el jarrón de flores perfumadas y una gran zozobra en mi interior.


Moon Ring - Serie Moon Ring © (Libro #1)✔Where stories live. Discover now