Capítulo 50; "Dragon and Wolf"

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NO sabía exactamente donde estaba, parecían ser el interior de un castillo por los grandes y gruesos ladrillos que la rodeaban. Se sentía cierta humedad en el ambiente. Tenía recuerdos, como el ver la cabeza de un dragón degollada, la cabeza de un dragón rojo. A el Rey y  a Aemond en armaduras de acero valyrio con capas de color rojo.

Se sentía muy extraña, desorientada de tener esas imágenes presentes dentro de su cabeza. Sin embargo, no lograba dar con el lugar en el que se encontraba ahora mismo, ni siquiera sabía el porqué estaba parada en ese corredor.

No sentía exactamente emoción alguna, pero por alguna extraña razón su corazón latía con taquicardia.  Se animó a caminar un poco hasta encontrarse con una puerta al final del pasillo. Cierto vigor comenzó a invadirla tras extender un brazo hacia la chapa de la puerta. No obstante una mano interviene antes de que la suya aterrizara en la manija.

— Detrás de esa puerta está uno de sus más grandes miedos, Aerith. — una voz femenina se hace audible para la mencionada, quien alza su vista hasta ella.

— Melisandre... —murmura — ¿Qué...? Esto... Tú...

— Deje las preguntas para después. Tiene que verlo con sus propios ojos para evitar su perdición o podría estar terminando peor que Helaena Targaryen. —los ojos verdes de la bruja la ven con detenimiento.

Aquello hizo que la preocupación se disparara como adrenalina en sus venas.

— No entiendo a que te refieres.

— Escuché bien, Lady Stark. Estas paredes son del castillo más grande de todo poniente, Harrenhal. Su esposo, se encargó de asesinar rastro alguno de miembros pertenecientes de esta Casa tras haber sido tomada por Daemon Targaryen. Aemond extinguió a los Strong junto a sus hombres... a excepción de una mujer tramposa.

El rostro se Aerith se muestra consternado y afligido. Esto... no podía coincidir con lo que Helaena le había revelado hace un tiempo atrás.

— ¿Es... Esa mujer de la que habla va a envenenar a Aemond? —inquiere en un hilo de voz.

Melisandre pestañea suavemente y asiente de la misma forma con su cabeza.

— Pero no de la forma en la que usted cree. No le causará muerte... ni mucho menos, le robará todo lo que ha construido en un parpadear de ojos. —explica—  Esa mujer tiene algo en común conmigo, pero ella está enferma de ambición y poder. Habla a través del fuego y se alimente de la sangre de niñas puras, en su defecto, de mujeres buenas y bondadosa, como usted. No se deje manipular, compartirán mesa juntas y alimentos. No  se atreva a dejarse alimentar por ella, ni a su esposo. Sino, al cabo del tiempo, el príncipe y usted serán unos completos desconocidos.

El labio inferior de Aerith titubea con temor.

— ¿Qué si la asesino? Rodrick lo haría sin pensarlo...

— Ella sabrá sobre tus planes. El fuego nunca miente y ella está con un pie delante al suyo.

— No lo entiendo. —la Stark deja de verla al sentirse absorta y descolocada— ¿Por qué dejaría a alguien con vida?

— Porque es un hombre y cualquiera tiene el más mínimo error... el cual puede originar grandes consecuencias, incluso a usted misma. —con aquello último que dice Melisandre, esta Aerith devuelve su atención a ella. Labios entreabiertos y secos al igual que el interior de su boca.

— ¿A que te refieres, Melisandre? —cuestiona casi sin voz.

La sacerdotisa cruza sus brazos por encima de su pecho y mueve su barbilla, apuntando la manija de la puerta.

El Llanto del Lobo;  Aemond TargaryenWhere stories live. Discover now