Capítulo 5. Cambios extraños

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El día Viernes llego, en Boston, los estudiantes de Berklee estaban muy emocionados hablando de una fiesta, dicha fiesta seria en casa de Fredek Leeson, uno de los chicos más deseados del colegio, él era un casanova, presumido y tenía novia, la cual decía amar pero con sus acciones demostraba lo contrario, este chico presumía constantemente que ya se había llevado a la cama a casi todas las estudiantes de Berklee, esto era cierto, y entre las chicas que aún no habían tenido relaciones con él se encontraba Elizabeth, él decía con sus amigos que en la fiesta se llevaría a Elizabeth a la cama, incluso hiso apuestas.
Elizabeth estaba frente a una ventana pero sintió que alguien la observaba, miró de reojo y sonrió al percatarse de que Fredek era quien estaba viéndola, Elizabeth volteo a ver Fredek y le regaló una sonrisa coqueta, luego de eso Fredek se despidió de sus amigos para comenzar a caminar hacia ella.
- Hoy es mi día suerte. -comentó el chico rubio, Elizabeth sonrió sin despegar su mirada de la ventana.
- ¿En serio? ¿Porque? -preguntó y lo miró fijamente.
-No todos los días me regalan una sonrisa así, como la tuya. -
-Ojala sea tu día de suerte porque realizaras una de las fiestas más esperadas del año. -
-Lo será solo si tú vas. -dijo y volteo a todos lados para cerciorarse de que su novia no estuviera cerca. -Tú presencia es necesaria en esa fiesta, y no puedes negarte. -
-Llegaran más de 100 personas ¿Por qué mi presencia es necesaria? -cuestionó y se cruzó de brazos.
-Bueno, a veces hay un millón de personas en el mundo y solo tienes deseo de estar con una. -
-Lo que has dicho es un tanto cursi. -observó y Fredek frunció el entrecejo.
- ¿No te gusta lo cursi? -
-Solo si viene de alguien que me quiera en serio y no solo para una o varias noches. -respondió y Fredek parecía un poco decepcionado. -Lo cursi tienes que utilizarlo con tu novia, conmigo no. -
- ¿Eso quiere decir que...? -
-Quiere decir que si quieres estar conmigo no es necesario que seas un poeta. -contestó con una sonrisa pícara, Fredek sonrió victorioso.
De pronto la sonrisa de Elizabeth fue desapareciendo como si hubiera visto algo desagradable.
-Entonces te veré en la noche. -dijo y comenzó a alejarse.
Elizabeth regreso sus ojos hacia la ventana y aun parecía asustada.
- ¿Qué diablos está pasando contigo Elizabeth? -pensó preocupada.
Mientras tanto, Alan caminaba hacia el edificio y paso a lado de un cristal donde vio su reflejo por unos segundos, Alan ignoró lo sucedió y siguió caminando hasta llegar al departamento. En cuanto Alan abrió la puerta del departamento vio a Ernest sentado en el sillón.
- ¿Que rayos haces aquí? -le preguntó molesto.
-Últimamente tu comportamiento me ha dejado un mal sabor de boca. -contestó seriamente, Alan se cruzó de brazos y camino hacia él. -Siempre fuiste un niño malcriado, después un joven rebelde y soñador. -
- ¿Cómo esperas que te trate después de intentar algo con mi hija? -le cuestionó furioso, Ernest reía y al mismo tiempo negaba con la cabeza.
-Eres un idiota. -
-No estoy de humor Ernest, y no voy a disculparme por lo que hice, al contrario, tú tienes que disculparte. -
-Hijo querido, tan ingenuo. -decía burlonamente, Alan enfurecía más. -Los demonios no nos disculpamos con nadie, mucho menos con otro demonio y peor aún si este es de menor rango. -expresó y se levantó del sillón.
Ernest caminó hacia la puerta, pero antes de irse volteo a ver a Alan y sonrió burlonamente.
-Los demonios como tu merecen castigos ¿Lo sabias? - dijo y Alan volteo hacia él rápidamente.
- ¿Qué quieres decir? -preguntó sin comprender.
-Me debes respeto, soy superior a ti y aunque no me heriste en lo más mínimo con tus golpes mereces un pequeño castigo, para enseñarte quien manda. -
Alan bajo la mirada y Ernest no dejaba de observarlo.
- ¿Qué clase de castigo? -cuestionó con seriedad.
-Tengo el castigo perfecto para ti, uno que se supone en meses iba a terminar, pero ahora se alargara. -contestó mientras salía lentamente del departamento.
Alan comprendió y comenzó a enfurecer y Ernest estaba muy divertido, reía como loco al ver a Alan enojado.
- ¡No puedes hacerme esto! -gritó con su voz demoniaca.
El demonio dejo de reír y miró seriamente a Alan.
-Oh sí, claro que puedo. -respondió.
El incubo estaba comenzando a descontrolarse y con su puño golpeo fuertemente la mesa del centro dejándola en pedazos, cuando alzo su vista Ernest ya no estaba.
- ¡Maldita sea! -gritó enfurecido.
Más tarde, Elizabeth caminaba hacia la salida del colegio y escucho que alguien la llamaba, ella ignoró por completo a la persona que le hablaba porque sabía que se trataba de Claire, la novia de Fredek. Elizabeth salió del colegio y Claire la jaló del brazo.
- ¿Qué te pasa? -le cuestionó molesta y se soltó del agarre de la rubia.
-Me enteré que coqueteabas con mi novio. -reclamaba con los brazos cruzados y la ceja elevada.
-Deberían informarte mejor, él coqueteaba conmigo, yo no. -respondió.
Elizabeth dio un paso hacia adelante pero Claire de nuevo jalo de su brazo.
-Escúchame bien estúpida, Fredek es mío y no voy a dejar que una perra sucia como tú se acerque a él. -masculló enojada.
Elizabeth no contestó, simplemente hiso que Claire la soltara y le sonrió burlonamente, la novia de Fredek maldijo en voz baja, subió a su auto y comenzó a conducir lentamente.
-Ojala nunca encuentres el amor y siempre te traten como lo que eres ¡Una perra! -le gritó Claire a Elizabeth.
Elizabeth volteo a ver a Claire con mucho enojo, sentía que la sangre le hervía y su corazón latía aceleradamente.
-Entonces, yo deseo que tu auto se estrelle. -le respondió y Claire tragó en seco para después comenzar a conducir un poco más rápido. -Muérete estúpida. -masculló Elizabeth con enfado.
Y justo en ese momento el auto de Claire se impactó bruscamente con un tráiler. Todo el mundo se alarmo con el trágico accidente y Elizabeth estaba paralizada sin poder creer lo que ocurrió. Con los ojos llenos de lágrimas comenzó a caminar rápidamente alejándose de la zona mientras todos los alumnos gritaban y lloraban por Claire.
En cuanto Elizabeth llegó a su departamento aventó sus cosas en el sillón y se recargo en la pared.
- ¿porque? ¿Porque? -susurraba mientras sus lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
Elizabeth estaba aterrada, caminaba sin sentido alguno en su departamento y recordaba la escena, cada que imaginaba el rostro de Claire lleno se sangre sentía una sensación rara, mezclada con culpa y victoria, eso le confundía mucho y le asustaba tanto, y no sabía cómo desahogarse así que empezó a tirar lo primero que se le atravesaba mientras lloraba, tomó un jarrón y de pronto apareció Alan y la detuvo. Elizabeth miró a su Padre y lo abrazó de inmediato, el incubo dejo poco a poco el jarrón en el mueble para después abrazar a su hija, ella lloraba descontroladamente y eso le partía el corazón a Alan. En cuestión de minutos el llanto de Elizabeth fue disminuyendo, ahora ella estaba sentada en su cama, Alan llegó y le ofreció agua a su hija, ella acepto y tomó un sorbo.
-Ahora sí, cuéntame que sucedió. -dijo serenamente y Elizabeth respiró profundamente.
-Me están pasando cosas muy raras, cosas realmente raras y empieza a asustarme. -confesó, Alan asentía lentamente ya que él sabía lo que pasaba. -He empezado a desear cosas que no debo, siento deseos inmensos de que alguien me toque, de que alguien me bese y me haga sentir. -decía y se abrazaba a sí misma. -Ya van varias veces que digo y hago cosas y después reacciono, es como si mi boca hablara por sí sola, no sé cómo explicarlo. -
-Entiendo. -expresó y acaricio el cabello de su hija.
-No, no entiendes. -dijo y se levantó del sillón. -Hace un momento le desee la muerte a alguien y en cuestión de segundos falleció, en mi cara. -reveló aterrorizada, Alan la miró muy sorprendido.
-Quiero pensar que es coincidencia, pero anteriormente desee que el director se cayera de la silla y sucedió, después desee que la guitarra de un compañero se quebrara y sucedió frente a mí, es como si yo tuviera poderes o algo así. -decía algo alterada, Alan escuchaba con atención.
Después de que Elizabeth hablara, Alan se acercó a ella y suspiró.
-Creo que es momento de que hablemos. -dijo y acaricio las mejillas de su hija.
Quizás era momento de tener la charla, pero justo antes de que Alan empezara a hablar el celular de Elizabeth timbró, ella tomó su celular y no dudo en contestar ya que se trataba de su Madre.
-Hola Mami. -contestó Elizabeth y miraba a su Padre.
- ¿Todo está bien? -preguntó preocupada.
-Sí, todo bien ¿Y tú como estas? -
-Estaba preocupada, sentía una presión fea en mi pecho y eso solo pasa cuando a uno de mis hijos les pasa algo, llame a tus hermanos y ellos están bien. -
-Descuida, no te preocupes por mí, todo está perfecto. -
La llamada termino, Elizabeth dejo su celular y tomó asiento.
Alan caminaba en círculos, él no estaba realmente preparado para decirle la verdad a su hija, así que pensó en otra cosa.
-Te daré un consejo. -dijo y tomó su violín. -Cada que sientas miedo, tristeza o un enojo incontrolable, toca algo. -le indicó.
Elizabeth tomó su violín y junto a su Padre comenzaron a tocar una hermosa melodía, ambos tenían los ojos cerrados mientras tocaban y por esa razón Elizabeth no vio la lágrima que su Padre derramó.
Al anochecer, en San Diego, Amber le había preparado una sorpresa a Dylan, sus hijos no estaban en casa ya que habían salido a divertirse, así que hiso una exquisita cena, en la mesa puso velas aromatizantes, todo estaba perfecto, lo único que faltaba era que Dylan llegara. Paso una hora, Amber esperaba aun a su esposo, mientras él llegaba ella fue en búsqueda de música, buscó y no encontró nada, más que unos cds, entre esos cds había uno que le llamó la atención, tomó aquel cd, lo colocó en el reproductor de música y sintió como su piel se erizaba al instante cuando empezó a escucharse la melodía del violín, ese disco era él que Alan le obsequio, Amber cerró los ojos y a su mente vinieron varios recuerdos, en eso su celular empezó a sonar, ella corrió a contestar y vio que era Dylan.
- ¡Amor! ¡Estoy esperándote! -dijo y después sonrió esperando escuchar la voz de su amado.
-Cariño, lo siento, tuve un problema grande con uno de los empleados y tendré que quedarme hasta que se solucione. -
El rostro de Amber pasó de estar feliz a estar triste, era la segunda vez que Dylan faltaba a una cena especial gracias al trabajo. Gracias a la tristeza que sentía, tomó la botella de vino, la destapó y se sirvió una copa, después otra copa, y otra copa. Luego de minutos, Amber ya estaba mareada, caminó al reproductor y le dio play, empezó a escucharse la melodía de Alan, caminó a la mesa, tomó una copa limpia y sirvió un poco de vino y la dejo donde era el lugar de Dylan, después se fue a su lugar y miró hacia el lugar de su esposo, y alzo su copa.
-brindo por Amber, por Amber Martin, la chica que un día fui y que jamás volveré a ser. -dijo y dejo caer una lagrima con un gran sorbo Amber dejo vacía su copa, después cerro los ojos.

- ¿Por qué me cuesta tanto aceptar que tu ausencia me está doliendo? -se preguntó a sí misma. -La herida que me dejaste no ha cicatrizado, incluso se hace más grande cuando cierro mis ojos y ya no te veo. -

Amber dejó caer más lágrimas, colocó sus brazos en la mesa y poco a poco recostó su rostro en ellos, sus ojos se empezaban a cerrar por si solos y en medio de su tristeza susurro algo.

-Alan.... -susurró y se quedó dormida.

Succubus ( Incubus  #2) *PAUSADA TEMPORALMENTE*Where stories live. Discover now