Capítulo 30. Reencuentro parte 1

1K 99 12
                                    

Había pasado una semana, Elizabeth se adaptó rápidamente a su hogar temporal, porque según Amber su estancia en la casa de David no era duradera. A Elizabeth le parecía muy agradable vivir con su abuelo a pesar de que ahora tenía que dormir incómodamente juntó a su Madre en una cama individual porque Amber no quería darle más molestias a su Padre, aunque a decir verdad a Elizabeth le gustaba dormir en brazos de su Madre, pero ella estaba acostumbrada a dormir sola y en una cama amplia. Y si, los días habían pasado rápidos, pero Amber no lo sintió así ya que desde que vivé en casa de su Padre le ha costado dormir e incluso se la vivía pensativa y un tanto nerviosa. En repetidas ocasiones la mirada de Amber se dirigía involuntariamente hacia la puerta del sótano y de repente solía imaginar que esa puerta se abriría y tras ella estaría aquel ser sobrenatural de ojos verdes que tanto la inquietaba.

—Solo denme unos segunditos más y estaré listo para salir a correr con mis princesas. —comunicó David a lo lejos.

Amber, Elizabeth y David vestían ropa deportiva porque se habían propuesto salir a correr todas las mañanas, mientras David terminaba de prepararse Amber movía nerviosamente su pie y miraba con impaciencia hacia la puerta del sótano.

—¡Listo! —exclamó animado, Elizabeth se apresuró a abrir la puerta y Amber permaneció perdida en sus pensamientos. —¿Amber? —dudó David al ver que su hija observaba la puerta del sótano. —¿Estas bien, hija? —

Amber escuchó la voz de su Padre lo cual provocó que reaccionará y se levantó rápidamente de su lugar.

—¡Andando! Las manecillas del reloj avanzan rápido. —habló Elizabeth, ella ya se encontraba fuera de casa esperando a su abuelo y a su Madre.

Amber comenzó a caminar hacia la salida mientras que su Padre permaneció pensativo unos segundos.

Luego de que los tres deportistas hicieran algunos ejercicios de estiramiento comenzaron a trotar, los vecinos que se encontraban fuera de casa miraban a David muy sonriente y en ocasiones él empezaba a presumir que las dos hermosas que lo acompañaban era su hija y su nieta. Cuando los tres estaban cerca de la casa de los Jauregui, Elizabeth pidió descansar un momento y David aceptó de inmediato.

—Odio ser viejo. —David se quejó adolorido y durante ello su respiración seguía sin normalizarse.

—No eres viejo, eres el mejor abuelito del mundo, eres apuesto y fuerte. —alagó Elizabeth con dulzura.

—Dices que soy apuesto porque te pareces a mí, al menos el cincuenta por ciento de tus facciones son iguales a las mías. —contestó y con su dedo meñique tocó levemente la nariz de su nieta.

—Digo que eres apuesto porque realmente lo eres. —

David sonrió enternecido ante el alago de su nieta, él paso su brazo por los hombros de ella mientras que, tras la ventana de los Jauregui, Daniel observaba con discreción y sonreía.

Pasaron cuarenta minutos, Amber y compañía ya se encontraban de regreso y lo primero que hicieron al entrar a casa fue sentarse en lo sillones porque se encontraban agotados.

—Eso estuvo intenso. —comentó Elizabeth. —Iré a mi habitación y después me daré un buen baño. —añadió.

Elizabeth se levantó de su lugar, pasó cerca de su Madre y esta última le sonrió con amor. En cuanto Elizabeth terminó de subir las escaleras David carraspeó su garganta y fijó su mirada en Amber.

—Tenemos que hablar. —dijo con seriedad, Amber miró a su Padre con atención e inclinó sus codos sobre sus piernas. —Me encanta tenerlas aquí conmigo, pero noté como mirabas hacia el sótano y me preocupa. —expresó preocupado.

Succubus ( Incubus  #2) *PAUSADA TEMPORALMENTE*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora