Capítulo 18- ¿Otra vez, Isabella?

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Capítulo 18

¿Otra vez, Isabella?

"El problema está en que tu corazón se niega

A admitir lo que tu mente ya sabe"

Anónimo

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ISAAC

Al día siguiente de mi explosión con Isabella, me estiro bajo la sábana de la cama, son las cuatro de la madrugada y me desperté de un sueño doloroso, mi mente representó un futuro inalcanzable en este momento, Isabella era quien me esperaba en ca...

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Al día siguiente de mi explosión con Isabella, me estiro bajo la sábana de la cama, son las cuatro de la madrugada y me desperté de un sueño doloroso, mi mente representó un futuro inalcanzable en este momento, Isabella era quien me esperaba en casa después del trabajo, estaba embarazada y llevábamos muchos años casados. Me duele, me quema, mierda, no pude seguir durmiendo en el momento en el que me di cuenta de todas las ensoñaciones falsas con la mujer de mis anhelos, porque pasé meses repitiéndome que ya la había sacado de mi vida en el sentido amoroso y solo era la madre de mi hijo mayor; no obstante, al verla de frente todas mis convicciones se fueron por el caño.

«Isabella Fox, ¿Qué hiciste conmigo?» me pregunto, mientras miro el techo liso de la habitación asignada, está pintado de blanco como todas las paredes y la cama semidoble al parecer tiene algo jodido porque rechina al mínimo movimiento, mientras entra una corriente gélida por la ventana que trae el olor a tierra mojada por una cortina de lluvia que cayó anoche, ello dejó un clima fresco, entonces a las cinco de la madrugada aún quedan vientos helados que corren y se cuelan por cada hendija posible para llegar a los habitantes y dejarles el vello en punta. Además, la tierra mojada desprende su olor característico para dejar más clara la lluvia.

Me revuelvo para estirarme bajo las sábanas con un sonido de extrema pereza para ponerme en pie e ir al baño al final del pasillo. Bajo el chorro solo puedo pensar en ella, en como pude ver el dolor acumulado en su mirada, ello me confirmó que tiene un guardado tan grande como el monte Vesubio a punto de hacer erupción y la lava ardiente de sus secretos no tardará en consumir todo a su alrededor como la llama de la rebelión inherente a su personalidad. Pronto han pasado ya quince minutos y fuera empiezan a acosar por el lugar, desventajas de no estar en mi base, entonces salgo en toalla para caminar de vuelta, en el camino me encuentro con un par de chicas quienes se quedan viéndome, además me guiñan un ojo.

«Dios, sabes que soy perro y me das motivos»

Aunque bueno, no es cuestión de Dios sino mía por no controlar mis impulsos, por no sabes medirme aun cuando frente a un cura le juré a Valkyria "amarla" aunque ella sabía las verdaderas razones tras nuestro matrimonio, Nate y hacerle daño a Isabella como un verdadero hijo de puta vengativo. «No la merezco y jamás lo haré»

En la habitación me cambio para ponerme el uniforme de entrenamiento Praetor, el pantalón camuflado gris con el cinto de donde cuelga la plata magnética, la pistolera en la pierna izquierda y la camisa manga corta con el emblema CMOE circular al costado izquierdo del corazón. Pongo una gorra con el mismo símbolo en la mitad para encaminarme al comedor que alcanzo bajo el sol picante de unos veintiocho grados ascendientes, una vez entro el sitio en circular aunque el murmullo general se me hace tan familiar como en la base, así como las mesas plateadas sobre las que hay largas luces blancas lineales casi siguiendo el patrón de estas, en dos paredes televisores y al fondo al otro lado de la puerta la fila para conseguir alimentos.

Cenizas Quedan: RP#2©Where stories live. Discover now