Hace 24 años: homenaje a los Fox

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HACE 24 AÑOS: HOMENAJE A LOS FOX

Estados Unidos

Desierto del Mojave, Nevada

Camposanto Praetor

Las exequias de Carmen y Vladimir Volkov se llevaron a cabo en el panteón Praetor, una larga fila de tumbas de agentes se extendían por todo el lugar con diferentes tipos de lápidas, llenas de flores y obsequios dejados por sus seres amados, a un lado del campo, hileras de sillas sobre una explanada de cemento sosteniéndolas, en estas cientos de agentes lloraban la partida de dos almas queridas en la base, más allá de la hipocresía de hacer el santo inmaculado a quien ha muerto, ellos eran excelentes amigos, caritativos y amables, pero sobre todo, habían encontrado el camino correcto, aun así, la malevolencia del mayor de los Volkov fue demasiado lejos.

El cielo encapotado parecía imitar el corazón y la mente de los presentes, sobre sus cabezas con nubes grisáceas listas para descargar un gran aguacero eterno como si el mundo mismo se lamentara la pérdida y por ello el viento corría entre las sillas, además la ya anunciada tormenta se reunía sobre sus cabezas cada vez más rápido, por ello algunos llevaban paraguas cerrados para cubrirse, pero al empezar una llovizna esporádica algunos los usaron.

Marina y Lucio Richardson lucían cansados, las ojeras parecían excavadas bajo sus ojos enrojecidos por tanto llanto y vestían completamente de negro, un traje Praetor como de gala obligatorio cuando se hacían homenajes a soldados caídos, pero en lugar de blanco como en los de personas vivas, la oscuridad se tomaba tanto su almas como su cuerpo, pero ellos a pesar del vacío en su pecho por quienes consideraban su familia, debían ser fuertes por lo único que quedó de ellos: La pequeña Sofía Isabella. No pudo estar en el último adiós a sus padres porque ya estaba recluida en la institución de salud mental, aquello les rompía el corazón, era tan frágil e inocente para estar allí a su edad, pero por su bienestar era lo mejor.

Ella, la más afectada, estaba en una habitación acolchada pues intentó hacerse daño en un taque de ira, un quiebre emocional "normal" para la situación según sus doctores, pero no podían volver a ponerla en riesgo, por ello tomaron medidas para su protección, además de medicarla hasta hacerla solo un títere llena tranquilizantes y antidepresivos que la mantenían presa de su propio embotamiento. Isaac Falcon había intentado ir a verle, pero estaba muy reciente y no le permitieron aunque él lo suplicara, era contraproducente, pero le prometieron dejarle luego, él no lo sabía entonces, pero ella se convertiría en el amor de su vida, o quizá lo sentía porque estuvo ahí hasta su salida del hospital de la mano de Lucio y Marina.

Sus hijos en casa se preguntaban qué sucedía, solo veían jaleo de un lado al otro, pero nadie les había revelado la verdad, por "protección" no les enviaron a la escuela en esos días sin decirles el motivo real, aunque obviaron su forma de percibirlo todo, sabían que algo muy malo había pasado con los Fox pues no les habían visto en cuatro días cuando era constante su interacción, no los creían en un viaje simplemente por la expresión en el rostro de sus padres, era sombría, inaudible, pero clara en todo sentido, era el augurio de malas noticias.

En el camposanto cantaban una triste melodía acompañada de un violín, mientras los dos ataúdes con la bandera Praetor sobre cada uno y un arreglo floral acomodado sobre estos. Ambos estaban cerrados pues los encargados se negaron a mostrarle la tragedia a los curiosos quienes solo buscaban una excusa para chismear. La melodía llenaba los corazones de los presentes, la mayoría, apreciaban mucho a la pareja, pero alguien estaba ausente, el padre de Vladimir, Mijaíl, se negó a ir al homenaje porque aún le consideraba un traidor, no solo por Carmen y la pequeña bastarda de Deveraux que él, pisoteando su apellido, decidió aceptar como suya, sino por querer hacer tratos con Seguridad Nacional para enjuiciar a quienes participaban en el complot de los agentes desaparecidos.

Su rencor era tal que él mismo pagó para que alias "El escorpión" acabara con el menor de sus hijos, de esa manera dejaba clara una vez más su frialdad, su falta de emociones, como no e importaba más que el poder y el dinero, eran su dios.

—Con esto le damos la despedida final a dos agentes quienes dieron todo por la institución —anuncia un agente en el pequeño escenario donde se había oficiado la misa—, pero más allá de eso, eran dulces, amables y siempre estaban dispuestos a dar una mano amiga a quien necesitara de ellos, personalmente extrañaré a ambos, han dejado un agujero aquí —señaló su pecho—, sin embargo, quien más lo ha sufrido a su hija a quien debemos cuidar como familia Praetor, Isabella, allí donde te encuentras, cuentas con todos nosotros.

Casi nadie allí presente sabía la verdad de su origen, en vida, su madre ocultó su marca Deveraux con maquillaje, tan solo la madre de Vlad, su hermano Erick, Lucio y Marina, sabían la verdad pues para los Volkov era tan vergonzoso contar que su hijo aceptó en su vida al producto de la infidelidad de su esposa, que prefirieron mantenerlo bajo estricto secreto. La madre estaba en primera fila apenas consciente, había caído en crisis nerviosas a pesar de saber quien lo había mandado a hacer y quien lo desarrolló, pero la ausencia de su Vlad no sería algo fácil de superar.

Una vez terminado, luego de varios discursos a modo de despedida de quienes quisieron decirles adiós con sus palabras, todos se retiraron, sobre todo porque empezaban a caer las gotas más gruesas y constantes, no tardaría en caer un aguacero sin precedentes. Erick Volkov se rezagó apropósito en busca de estar a solas con su hermano y poder despedirlo sin público.

—Perdóname por no haberte cuidado como debía —susurró Erick ante el ataúd de Vladimir, mientras lágrimas le caían de las mejillas. Esa muerte era un antes y un después en su vida, porque después de todo antes de la llegada de quien era considerada como el obstáculo en la relación familiar, era muy unido a él, pues era el pequeño de su familia, pero su amor por Carmen Santo Domingo lo arruinó todo a sus ojos—, perdóname por todo, hermanito, pero sabes que estuve entre la espada y la pared, yo te amaba como mi hermanito, siempre lo hice, pero el odio me cegó y no me permitió verlo hasta ser demasiado tarde.

—¿De qué sirve ahora? —preguntó Gio Jones, su amigo, lo sabía todo de él y era una forma de su consciencia, llevaba un traje negro como el cielo—, Te alejaste, despreciaste a su esposa y a su hija, lo exiliaron y todo lo que hiciste ¿Vienes a llorar?

—Cállate, no sabes lo que dices —gruñó Erick al limpiarse las lágrimas con ira.

—¿No lo sé? Sé la verdad, de los pocos vivos que lo hace, tienes rabo de paja y culpa, no seas tan hipócrita y déjalo en paz, ya has hecho suficiente daño —espetó con ira, Vladimir era su amigo, siempre lo ayudaba cuando podía, estaba ahí en todo sentido—, respétalos y lárgate a tu casa.

—Haré lo que quiera, no me jodas y vete con los demás —le replicaron con saña—. Te quiero lejos.

—Con esto solo confirmas lo hijo de puta que eres después de todas las cagadas que has hecho vienes a llorarlo, maldito imbécil, no se quién es peor, si tú o tu padre. Par de seres asquerosos.

Gio se retiró con la ira disparada, le parecía increíble el nivel de cinismo de Erick, pero le harían caer, tarde o temprano, esa niña, en ese momento recluida en un psiquiátrico, tomará venganza, algo dentro de su mente lo gritaba y cuando lo hiciera, él estaría allí para respaldarla, porque la mejor venganza es aquella que el enemigo no se espera por el paso del tiempo, después de todo, es un plato que se sirve frío.

Tomó su auto y dentro hizo una llamada, Terence Williams contestó, Carmen y Vladimir le habían dejado las pistas a Isabella en diferentes maneras para un día descubrir la verdad sobre su muerte, entonces quedan para hablar al día siguiente, ambos ayudarían a la pequeña a cobrar la sangre de sus padres aunque pasen años, ellos sabrían esperar pacientemente par atacar. Gio era amigo de los hermanos Volkov, pero eso no le impediría hundir a los restantes.

De vuelta en el camposanto Erick lloraba bajo un aguacero extraño para esa zona del país, pero parecía ser el día del color gris. Sin poder evitarlo, quedó arrodillado frente al mecanismo sosteniendo el ataúd y levanto la mirada al cielo.

—No sabes como me arrepiento y jamás lo dejaré de sentir aunque parezca lo contrario... te extrañaré mucho, Vlady, perdóname, soy el mayor, yo debía cuidarte y no lo hice, debía ser el apoyo para ti y terminé siendo el demonio en tu infierno personal.

La muerte de su hermano, sería, años más adelante, el primer clavo en su propio ataúd porque la pequeña se convertiría en su mayor enemiga.

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Cenizas Quedan: RP#2©Where stories live. Discover now