Han pasado dos años desde que la verdad fue desvelada y un nuevo misterio se alza en los interiores del Consorcio Praetor, e Isabella Fox es el centro del mismo sin siquiera saberlo; su madre cargaba con más secretos dentro de su alma, mismos están...
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—¡Suéltala! —escucho por el comunicador el grito de Isabella—, déjala ir, cobarde, o te volaré la tapa de los sesos.
—¿Qué pasa? —pregunto, mientras voy vaciando las habitaciones y verifico si hay biblias como dijo el agente infiltrado—. ¡Fox! ¡¿Qué sucede?!
—¡Tenemos un código violeta! —grita y ello me hace detenerme porque significa "secuestrado"—, Tranquilo, voy a bajar el arma despacio —sigue con calma tensa, entonces me regreso por los pasillos, estos están conectados por la forma cuadrada del lugar con el estacionamiento en medio, traté de no perder de vista a Isabella, una costumbre arraigada que no se irá con nada más, por ello sé dónde está. Llego pronto con el arma lista para disparar, pero al verla con las manos alzadas no me pongo en el campo visual del tirador, sino en la ventanilla pues las cortinas están a medio abrir dejándome ver hacia dentro por muy poco y se me vuelca el estómago cuando me fijo en la chica, es tan similar a Stacey que se me eriza el vello de los brazos, si no la supiera en otro país me zurraría en los malditos pantalones, la tiene arrodillada y él de pie, por eso me deja un buen marguen de centímetros para disparar sin herirla a ella.
Enfoco al sujeto con la mirilla telescópica justo a su frente, mi puntería no es tan buena como la de ella, pero no me quedo tan atrás, me ve de reojo hablándome con la mirada en un "dale duro" y lo hago, disparo tres veces, el primero rompe el cristal y termina en su mejilla, los otros dos impactan en lugares cercanos, de esa forma se desploma tras la chica, por eso llora más aunque se ve más aliviada. Es increíble haberla encontrado sin buscarla, de seguro tiene una familia preocupada por ella. Isabella es la primera en entrar, la alcanza para quitarle la mordaza y la chica está totalmente aterrorizada, solo suelta frases casi inentendibles en medio de sollozos, quien sabe hace cuánto.
La chica apenas puede decirnos su nombre, mientras Fox le corta las ataduras. Le pido que se quede con ella para seguir en la búsqueda de las biblias pues no podemos desviarnos de la misión; sin embargo, dejo a tres agentes a custodiarla además de Isabella aunque con solo ella podría quedar segura. Avanzo por los pasillos con el arma lista para disparar, mientras irrumpo en las habitaciones con rapidez, encontrándome con más biblias de las esperadas, pero un alboroto en el estacionamiento me hace asomarme por la barandilla, pero no debí hacerlo si antes verificar, una bala destruye la madera más cercana a mí, cuando me fijo hay un tiroteo entre agentes y algunos trabajadores armados salidos de la parte norte.
