Extra: Amor prohibido susurra por las calles

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"Amor prohibido susurra por las calles"*

"Si un mar separa continentes, cien mares nos separan a los dos"

Pablo Alborán


EXTRA: STACEY FALCON Y NIKOLAI PETROVA

NIKOLAI AL FINAL (Mariano Di Vaio)

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Sinaloa, México

Base del Consorcio Praetor

STACEY

—Esta vez y no más, Nikolai —susurré, estaba en el dormitorio, mientras mi madre reposaba en la sala, pero estaba muy nerviosa, por ello hablé tan bajo—, deberías olvidarte de mí. Eres un Petrova, yo una Falcon.

—¿Cómo le digo eso a mi cabeza, Stacey? —replicó con ira, como si la idea le carcomiera por dentro—. Jamás, escúchalo bien, jamás me he sentido así con nadie y la primera vez resulta ser una mujer prohibida.

—No sé porqué te respondo si quiera, ni por qué te di mi número.

Caminé por dentro de la habitación, mi decoración había cambiado radicalmente desde mi entrada a los Praetor, pues maduré con la rapidez de una bala mortal, pasé de colores rosa y pasteles a negros y neutros, con alfombras tejidas sin motivo de dibujos animados, tendidos rojo carmesí con almohadones grises que combinaban con el ribete del sobrecama, un escritorio donde reposaba mi ordenador portátil, mi IPad y sobre esta mi gran biblioteca, esta era de pared a pared, la mayoría fueron regalos de mi Big Brother favorito, pues a León lo quería lejos de mí, aunque en ese momento su asignación a México me hacía tenerlo cerca, cambió, al parecer, pero jamás se me olvidaría como mi hermano de sangre me espió, mientras me cambiaba de ropa.

Invadió mi privacidad y por eso Isaac, a quien amo tanto, casi lo mata de forma literal, León sobrevivió porque mamá llegó, dejó caer las bolsas de las compras ante el reguero de sangre y calmó la furia de mi hermano. Papá llegó poco después y fue él quien llamó a urgencias del Comando Médico totalmente anonadado por la escena y pidió explicaciones, pero Isaac estaba hecho un huracán categoría cinco, León inconsciente al borde de la muerte, mamá no sabía nada y yo aún estaba aterrada, tenía quince años apenas, grité al verlo agazapado, por eso Isa lo notó, en teoría, era mi culpa por gritar, o al menos eso pensé en aquel momento, era muy ingenua.

Gracias a Dios León no murió y no lo digo por él, sino por Isa, no merecía pagar cárcel por la muerte de alguien así de pervertido.

—Me diste tu número porque te gusté tanto como tú a mí —me dijo con todo coqueto—, porque hicimos ignición desde el primer momento —todo empeoró cuando me mandaban a sacarle información y terminábamos en una conversación sobre nosotros, nuestras vidas, nuestras aspiraciones y a nadie le resultó sospechoso pues me enviaban a eso, a hablar con él, pero lo hice a medias; no pude sacarle más información de su madre, pero sí de él mismo.

—Nikolai, no me tortures, ya es dificil aceptar esto en mis sentimientos —murmuré, mientras caminaba hacia el pequeño balcón de la habitación en donde me acomodé en la esquina de la barandilla. Desde allí se veían los caminos del área residencial.

Cenizas Quedan: RP#2©Where stories live. Discover now