Capítulo I

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LISA

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LISA

El último lugar del mundo en el que Lisa Manoban pensó que acabaría era la consulta de un psiquiatra, pero, después de que Jeon Somi apareciera muerta la noche que soñó con matarla, no tenía otra opción.

Cuando cruzó la puerta del cuarto piso de la consulta de la Dra. Jennie Kim, en el norte de Dallas, caminó con paso decidido por la habitación, como si aún tuviera el control absoluto de su vida, y le ofreció la mano.

La doctora se levantó de detrás de su escritorio de madera pulida para saludarla, extendiendo su larga y delicada mano, y por un instante pensó en cancelar todo.

«No puedes fiarte de ella. Márchate ahora mismo.»

El pensamiento era suyo, pero parecía provenir de otra persona. Esa voz que a veces susurraba en su cabeza en momentos de tensión no era más que otra razón por la que tenía que confiar en aquella mujer, tenía que encontrar la forma de parar lo que le estaba ocurriendo.

Se concentró en bloquear la voz, ignorando esos sentimientos de ira y miedo que la acompañaban.

Desahogarse no le resultaría fácil, y el hecho de que fuera una mujer la intimidaba aún más, deseaba protegerla de la clase de cosas que iba a contarle. Pero estaba desesperada y era la única psiquiatra que había accedido a atenderla de inmediato.

Sin embargo, esperaba a una mujer de edad más avanzada, robusta, con el pelo canoso y gafas. Esta mujer era joven y esbelta, con unos ojos marrones y un pelo castaño brillante que le caía despreocupadamente sobre su fino cuello. La severidad de su elegante uniforme azul oscuro se aligeraba gracias a una blusa de seda color melocotón y a las pronunciadas curvas de su cuerpo. Era una persona a la que le gustaría invitar a cenar, pero no alguien a quien confiaría su cordura.

─Señorita Manoban ─dijo, sonriendo con tranquilidad. ─Soy Jennie Kim. Siéntese, por favor.

Su mano era suave y fría, su agarre firme pero no agresivo. Su voz era igual de suave, fría y firme. Esa particularidad hizo que fuera un poco más fácil pensar en ella como doctora y no como una mujer.

Le entregó a Jennie el formulario que su secretaria le había pedido que rellenara, se sentó en el sillón de cuero gris de gran tamaño e intentó parecer tranquila. Su despacho era amplio, pero las cortinas cubrían las ventanas, cerrando el espacio y despertando su claustrofobia.

Un sofá azul oscuro se encontraba frente a su sillón, flanqueando el otro lado dela puerta por la que había entrado. En el rincón más alejado de la habitación había otra puerta, suponía que era la puerta privada por la que salían todos los pacientes. En el despacho se respiraba un ambiente pacífico, ligeramente distante y profesional. Aparte de las cortinas cerradas, el ambiente era tranquilo.

─Desde hace un mes tengo lapsus de pérdida de memoria ─le dijo a Jennie, yendo directamente al grano.

Jennie asintió, estudiando el formulario de tres páginas que le indicaba, su nombre, dirección, número de seguridad social y otros datos igualmente intrascendentes. Jennie pasó la última página, la dejó a un lado y se acercó al escritorio para encender una pequeña grabadora. ─¿Le importa? ─preguntó.

Entre las sombras  - JENLISA ┃ G!PWhere stories live. Discover now