Capítulo XXVI

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LISA MANOBAN

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LISA MANOBAN

Me centré en abrir la puerta mientras ignoraba la voz insonora y furiosa que me exigía que me alejara de la casa. «No es tu casa. Es la mía. No tienes derecho a estar aquí

Normalmente, abrir una puerta no era una tarea especialmente exigente, pero abrir esta puerta era una de las cosas más difíciles que había hecho nunca. El gran rectángulo de madera parecía pesar mil kilos y moverse a cámara lenta sobre bisagras congeladas.

Cuando la casa se abrió ante mí, por un instante mi visión se nubló. «¡Fuera de mi casa!» La presencia de Pranpriya irrumpió en mi mente con tanta fuerza que era casi física. El pánico se apoderó de mí, ¿Pranpriya iba a tomar el control? Me quedé de pie en el umbral de la casa, concentrando toda mi energía en bloquear a Pranpriya, apartándola, reteniendo el control de su propia mente y cuerpo.

Finalmente, cuando ya no pude oír la voz de Pranpriya, respiré hondo y me atreví a entrar en la casa.

El mobiliario era sencillo, discreto y tradicional, parecido al de mi piso.

No, me corregí. Era incluso más sencillo que mi apartamento y tenía el aspecto estilizado de los muebles de alquiler que recordaba de mi época universitaria: sofá, silla, mesa de centro, dos mesas auxiliares con dos lámparas. No había obras de arte en las paredes ni en las mesas, ni periódicos ni latas de cerveza tiradas por ahí.

─ ¿De verdad vive alguien aquí? ─ susurró Jennie, sus palabras y su tono reflejaban mis pensamientos.

Tal vez, de alguna manera, todo esto era una broma sin sentido, un montaje o algo parecido. Pero incluso cuando el pensamiento entró en mi mente, sabía que era una esperanza desesperada e inútil.

─Por aquí, ─ exclamó DongSun, de pie frente a una puerta abierta en el corto pasillo. El hombre mayor apoyó una mano en la cabeza de Love, y pude ver la tensión de su postura, los pelos levantados de su espalda, su evidente inquietud. Ella alzó una mano y se frotó la nuca, segura de que sus vellos debían de estar erizados igual que los de Love.

Moviéndome como un robot, atravesé la habitación, extraña pero inquietantemente familiar, pasando por delante de los muebles colocados allí por manos desconocidas - ¿las suyas? - Bajé por el pasillo hasta el dormitorio de Pranpriya.

Esta habitación tenía un aspecto de estar habitado.

Un televisor portátil descansaba sobre un mueble al otro lado de la cama. Una manta beige de aspecto anodino y una sábana blanca yacían enredadas a los pies de la cama. Dos almohadas estaban amontonadas en la parte superior. En la sábana inferior había una mancha de carbón que le sonaba de su época de fumadora. En la superficie laminada de la mesilla, junto a un control remoto, había un cenicero lleno hasta rebosar. Junto al control remoto había un teléfono.

Entre las sombras  - JENLISA ┃ G!PWhere stories live. Discover now