Lisa Manoban teme convertirse en una Jekyll y Hyde de los tiempos modernos.
Lisa sueña con detalles gráficos en los que asfixia a una mujer hasta la muerte. Al día siguiente, se entera de que esa mujer ha sido víctima de un brutal asesinato.
Por su...
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JENNIE KIM
Dos años después ....
─Lo sabía. ─ refunfuñé, ─lo sabía.
Lisa se volvió hacia mí con una sonrisa confusa en el rostro, una mano en el volante y la otra apoyada firmemente en mi muslo.
─ ¿Qué sabías?
─ Finalmente te has cansado de mi molesto trasero embarazado y ahora me llevas al bosque para matarme y enterrarme. ─ Le expliqué, mordiendo otro nugget de pollo.
Echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada sonora y contagiosa.
─Créeme, ese no es el plan.
Era un día cualquiera del segundo trimestre, cuando mis ansias de comida poco sana obligaron a Lisa a llevarme en auto al McDonald's más cercano, donde prácticamente compré todos los nuggets que tenían y acabé discutiendo con la chica del mostrador, que no dejaba de mirar a mi novia.
Lisa prácticamente tuvo que sacarme a rastras de allí, llevando consigo dos bolsas llenas de comida rápida.
Mi enfado pronto se transformó en curiosidad cuando, tras regresar a la urbanización, Lisa condujo más allá de la casa, en dirección al bosque, más allá del cual se encontraba el lago.
Mientras conducíamos en dirección al claro, esperaba ver el pabellón al que Lisa me había llevado en nuestro primer Aniversario. Sólo de pensarlo se me dibujó una sonrisa en la cara, al recordar que, en lugar de una cena lujosa, me había traído comida china a domicilio.
Sin embargo, mi nostalgia pronto se convirtió en sorpresa cuando vi una edificación a unos cien metros a la derecha del pabellón.
─ ¿Eso es una... casa? ─ le pregunté a mi hermosa novia, sentada a mi lado, entrecerrando los ojos en la distancia.
Ahora estaba completamente confundida. ¿Cuándo y cómo se había construido? ¿Qué estaba pasando?
Me giré hacia Lisa cuando no respondió a mi pregunta y vi la pequeña sonrisa que jugueteaba en sus labios. En lugar de darme una respuesta, siguió conduciendo y, unos minutos después, aparcó el auto frente a la casa. Se bajó y rodeó el todoterreno para ayudarme a bajar.
Y entonces me quedé de pie, contemplando la hermosa estructura, los ventanales gigantes y el columpio en el amplio porche junto con otros muebles.
─Lisa, ¿qué es todo esto? ─ pregunté, maravillada por la belleza de todo aquello.
Me soltó la mano y fue a pararse frente a la casa, levantando los brazos: ─Este es nuestro hogar.
Un jadeo de felicidad salió de mis labios y di un paso atrás, sorprendida, sin saber qué decir. ¿Qué podría decir alguien a esto?
Ella se acercó y se colocó detrás, apoyando su cabeza en mi hombro y rodeando mi estómago con sus brazos.
─ ¿Cuándo... cómo? ─ Tartamudeé, incapaz de formar una pregunta coherente.
