Capítulo XXX

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LISA MANOBAN

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LISA MANOBAN

Precisamente a las seis y media de la tarde, la hora de nuestra cita, aparqué delante de la casa de DongSun. Al otro lado de la calle el salón de Jennie se iluminó.

Pensé en el ambiente hogareño del interior, en los cómodos muebles, en Kuma acurrucado en su regazo, en Jennie con una cómoda bata que se anudaba a su pequeña cintura y abrazaba las curvas de su cuerpo, y ansié estar allí. Si tan sólo pudiese fingir que era una mujer normal, relajarme de nuevo en mi mundo normal, tomarla en mis brazos y hacer lo que la gente normal hacía cuando el fuego ardía como lo hacía entre nosotras.

Maldiciendo, abrí de un empujón la puerta del auto, salí de el y caminé hacia el porche de DongSun.

Cuando DongSun abrió la puerta al oírme llamar, el hombre mayor dio un paso atrás involuntario y me di cuenta de que mi turbación se reflejaba en mi rostro. Intenté sonreír. ─Soy yo, ─ le aseguré, y Love se acercó agitando la cola para confirmar mi identidad.

─Lo siento, ─ me disculpé al entrar, le rasqué las orejas a Love y caminé hacia el centro de la habitación. ─Si parezco desesperada, es porque lo estoy. No puedo soportar más esta guerra civil en mi propio cerebro, con la mitad de mi persona tramando la destrucción de todo lo que soy.

─Siéntate, intenta relajarte y empezaremos.

Elegí un sillón en lugar del sofá donde había sostenido a Jennie tan recientemente.

Nunca sería capaz de relajarme allí.

─Cuéntame qué ha pasado. ─ DongSun se recostó en su desgastado sillón reclinable.

Le conté a DongSun lo sucedido aquel día: la llamada telefónica a la policía, mi entrevista con ellos y la información de mi abogado sobre mi nuevo testamento y poder notarial.

Observé atentamente las reacciones de DongSun mientras hablaba. Ni siquiera DongSun pudo ocultar una fugaz expresión de asombro ante las implicaciones del testamento.

─ ¿No recuerdas en absoluto haber estado allí? ¿Ni siquiera después de ir hoy y ver el documento?

─Nada. Ni un atisbo.

─ ¿Cuándo estuviste allí? Probablemente no fuiste a la oficina del abogado en mitad de la noche, cuando normalmente estás durmiendo. ¿Tuviste finalmente un lapso de tiempo?

─ No lo sé. Seguramente estaba preparándome para ir a trabajar o conduciendo hacia el trabajo. Siempre estoy pensando en otras cosas, en mis planes para el día, en lo que subió ayer el mercado de valores. Me visto, desayuno, conduzco al trabajo automáticamente.

Me levanté del sillón, alcé los brazos y empecé a pasear de un lado a otro por la habitación. ─ ¡No lo sé! ¿Tienes idea de cómo se siente cuando en tu propia mente suceden cosas de las que no sabes nada, cuando haces cosas que no recuerdas? ¿Acaso no hay algo que se pueda hacer? Ahora existen tantas drogas.

Entre las sombras  - JENLISA ┃ G!PWhere stories live. Discover now