Lisa Manoban teme convertirse en una Jekyll y Hyde de los tiempos modernos.
Lisa sueña con detalles gráficos en los que asfixia a una mujer hasta la muerte. Al día siguiente, se entera de que esa mujer ha sido víctima de un brutal asesinato.
Por su...
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JENNIE KIM
El miedo me invadió de manera nauseabunda. Empujé sin éxito el pecho de Pranpriya. Su agarre era inquebrantable. Estaba atrapada.
Pranpriya empujó contra mí. Presa del pánico, luché por mantenerme en pie. ¿Estaba Pranpriya tratando de tirarme al suelo, completando con violencia lo que habíamos empezado minutos antes con deseo y cariño mutuo?
Detrás de ella, oí cerrarse la puerta.
Ella la había cerrado para asegurar nuestra intimidad. No había ninguna posibilidad de que DongSun o Love se asomaran a una ventana y me vieran. Ninguna posibilidad de que alguien que pasara por allí pudiera vernos. No podía contar con nadie más que conmigo misma.
Detrás de ella, Kuma seguía gruñendo amenazadoramente, pero yo sabía que la mordedura del pequeño perro no podía igualar su valentía. Estaba sola frente a una mujer enloquecida. El miedo debilitó mis músculos, casi me paralizó. ¿Quién podía prevalecer contra el poder imparable de una mente enferma?
Las manos de Priyas se aferraron a mis brazos, sujetándome a unos centímetros de ella. Pranpriya sonrió con aquella sonrisa que era una mofa macabra a la de Lisa. ─Así que me reconociste, ─ dijo.
─Tú querías que lo hiciera, ─ supuse. Pranpriya no se esforzó en ser amable, en imitar a Lisa.
Alzó una ceja. ─Eres una mujer brillante. No me extraña que Lisa esté tan loca por ti.
─ ¿Lo está? ─ Incluso en medio de mi miedo, sentí una chispa de alegría por la idea de que Lisa estuviera tan fuera de sí por mí. Ese sentimiento se convirtió en desesperación cuando reconocí que los sentimientos de Lisa por mí sin duda me habían puesto en esta situación.
─ ¿Lo está? ─ se burló Pranpriya. ─Me gustaría que pudieras ver la mirada ansiosa en tu cara. Casi oculta el miedo. Entonces, ¿qué tiene en mente, doctora? ¿Una boda de tres? Seguro que ya te has dado cuenta de que no puedes tener a Lisa sin tenerme a mí también.
Respiré hondo y contuve la respiración por un segundo, obligándome a relajarme y a ser racional, a ser una terapeuta. Era mi única oportunidad.
─ Comprendo eso, Pranpriya, ─ le aseguré, bajando la voz un par de octavas, tratando de sonar tranquilizadora. ─Estoy dispuesta a aceptarlas a las dos. Me preocupo de todas las formas de Lisa.
Pranpriya apretó con fuerza mi brazo. ─Te preocupas por Lisa y solamente por Lisa. Siempre ha sido así. No soy tan ingenua como para creer que te importa lo que me pase.
Me concentré en el dolor físico de mi brazo, intentando controlar el pánico que amenazaba con apoderarse de mí y hacerme perder el pensamiento racional. ─Te equivocas, Pranpriya. Sí me importa lo que te ocurra porque, como tú misma acabas de decir, Lisa y tú son la misma. ¿Cómo podría importarme una y no la otra?
