Lisa Manoban teme convertirse en una Jekyll y Hyde de los tiempos modernos.
Lisa sueña con detalles gráficos en los que asfixia a una mujer hasta la muerte. Al día siguiente, se entera de que esa mujer ha sido víctima de un brutal asesinato.
Por su...
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JENNIE KIM
Con el corazón acelerado por la repentina inquietud, me abroché la bata e intenté, con dedos temblorosos, asegurar la correa.
Kuma, ladrando furiosamente, corrió alrededor de la cama hacia Lisa... o Pranpriya. Ella sonrió, y cualquier duda... cualquier esperanza... desapareció. Estaba a solas con Pranpriya.
Mientras me echaba hacia atrás, alejándome de ella, mi mano tocó la mesilla de noche. Lisa me había hecho prometer... no, era imposible esperar que mantuviera esa promesa.
Sin embargo, casi como si mis dedos actuaran independientemente de mi cerebro, abrí el cajón detrás de mí, metí la mano y toqué el frío acero de la pistola. Mi mano se cerró alrededor de la empuñadura de madera y la levanté.
Antes de que Pranpriya pudiera alcanzarme, me deslicé lejos de ella, fuera de la cama, cogiendo a Kuma con una mano y apuntando la pistola con la otra.
─ ¿Pranpriya? ¡Sé que eres tú! Quédate donde estás! ─ Mi mano temblaba a pesar de mis esfuerzos por mantener el arma firme. ¿Podría disparar a la mujer con la que acababa de hacer el amor, la mujer que había dicho que me amaba? Sabía que nuestro tiempo juntas sería corto, pero esto era demasiado cruel.
Ella se detuvo y levantó las manos inocentemente. ─Jennie, ¿qué pasa? Soy yo, Lisa. Vuelve a la cama y déjame abrazarte de nuevo.
Me dolió el corazón ante sus palabras, ante su verbalización de algo que había planeado hacer, que quería hacer, pero la mujer con la que quería hacerlo ya no estaba. ─Creo que será mejor que te pongas el resto de la ropa y te vayas. ─ Para siempre.
De repente, Kuma se impulsó y se escapó de mi brazo. Un rayito oscuro, se dirigió directamente hacia Pranpriya. Ella dejó caer la pizza y retrocedió de un salto. Yo me lancé hacia delante, agarrando a Kuma de nuevo y tratando de pasar por delante de ella hacia la puerta.
Pero no fui lo suficientemente rápida. Me agarró del brazo y me arrastró hacia ella, girando dolorosamente hasta que solté la pistola. ─ ¡Maldita seas! ─ Maldije, con la rabia mezclada con el terror y el dolor.
¿Cómo era posible que los dedos que me hacían daño ahora fueran los mismos que me habían tocado con tanta suavidad y me habían proporcionado tanto placer hacía tan solo unos minutos?
Solté a Kuma y me giré para luchar. Me agarró del otro brazo y me giró, empujándome contra la cama. Pateé a ciegas y me vi recompensado cuando mi pie chocó con su estómago. Pranpriya me soltó con un gruñido.
Me tiré al suelo, buscando la pistola, pero Pranpriya cayó encima de mí, aplastándome con su peso mientras me maldecía. Unos dedos duros me sujetaron la garganta y recordé el sueño de Lisa en el que Pranpriya me asfixiaba. Sentí que se me helaba la sangre en las venas. No podía respirar. El pánico se apoderó de mí y extendí la mano hacia atrás, arañando, intentando hacerle daño, decidida a no morir de aquella manera.
