Lisa Manoban teme convertirse en una Jekyll y Hyde de los tiempos modernos.
Lisa sueña con detalles gráficos en los que asfixia a una mujer hasta la muerte. Al día siguiente, se entera de que esa mujer ha sido víctima de un brutal asesinato.
Por su...
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JENNIE KIM
Los labios de Lisa infundieron un cosquilleo, y una sensación vibrante en los míos. Mi boca se aferró a Lisa, sus brazos me rodearon, mi cuerpo se amoldó al suyo. Sabía que era una locura estar besando a esta mujer que en cualquier momento podría convertirse en Pranpriya, pero no quería parar. No podía parar.
Saber que Lisa estaba mentalmente enferma y que nunca podría poseerla por completo, saber que podía desvanecerme en cualquier momento y ser sustituido por una mujer que me odiaba, no hacía sino intensificar mi necesidad de tener todo lo que pudiera de ella mientras me fuera posible.
Lisa parecía sentir lo mismo, aferrándose a mí desesperadamente, besándome de una manera salvaje y pasional totalmente fuera de lo habitual en una mujer tan controlada. Las manos de Lisa se metieron bajo mi chaqueta, acariciando la fina seda de mi blusa, lo único que separaba su piel de la mía, y deseé que la tela no estuviera allí.
El cuerpo de Lisa pegado al mío se sentía firme y hábil, y cuando mi lengua invadió su boca me supo a chicle de menta. Mis manos rodearon su cuello. Quería relajarme en sus fuertes brazos, olvidar la realidad que nos rodeaba.
Pasos y resoplidos sonaron detrás de nosotras.
Ella se apartó de mí y mi corazón, que ya estaba acelerado, empezó a latir con más fuerza.
Un chico corriendo pasó por delante.
─Sólo un corredor, ─ le dije. ─Por un segundo pensé...─ Lisa se interrumpió, pasándome una mano temblorosa por su frente.
─Lo sé. Yo también lo pensé. ─ Mis ojos buscaron en Lisa respuestas que sabía que no tenía. ─Por un momento pensé que era Pranpriya.
─Me temo que ella solo existe aquí arriba. ─ Lisa se dio un golpecito en un lado de la cabeza y sonrió irónicamente, sin humor.
Me estremecí al oír el recordatorio. Era tan fácil olvidar que una mujer a la que temía, una locura a la que temía, vivía en el cerebro de esta mujer por la que me sentía tan increíblemente atraída. Y después de aquel beso abrasador, deseaba más que nunca olvidar. Incluso mientras mi mente me señalaba la realidad, mi cuerpo ansiaba más de Lisa... más besos, más caricias... más.
─Será mejor que volvamos, ─ dijo Lisa. ─Pronto va a oscurecer. ─ Me tendió una mano invitándome, luego frunció el ceño y la bajó. ─¿Qué estoy haciendo? Me propongo alejarme de ti con la esperanza de que eso mantenga ahuyentada a Pranpriya, y lo siguiente que sé es que estamos caminando juntas por el sendero de un lago y te estoy besando como una adolescente que no puede controlar sus hormonas.
Lisa se apartó de mí y empezó a bajar por el sendero por donde habíamos venido, pero no antes de que vislumbrara la expresión de autodesprecio en su rostro. Me apresuré tras ella, alcanzándola para caminar a su lado.
