Capítulo XVIII

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JENNIE KIM

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JENNIE KIM

Por la mañana sintió alivio al ver salir a su paciente de las once. Durante todo el día le había costado concentrarse en su trabajo, en lo que le decían sus pacientes. Después de su inquietante sueño, Lisa parecía estar llenando todos los espacios de su mente.

Menos mal que era viernes y el día llegaba a su fin. Le vendría bien tomar un respiro a la hora de almorzar.

Cuando la puerta se cerró tras su paciente, Sarah se acercó desde su escritorio. ─Me voy a almorzar, ¿de acuerdo?

─Claro. Creo que haré lo mismo.

Sarah se echó la correa del bolso al hombro e hizo una pausa, señalando los papelitos con recados. ─Puede que quieras echar un vistazo a estos. Hay uno del banco. Llamaron para avisarnos de que el cheque de Lisa Manoban había sido rechazado.

─¿Qué?─ Me acerqué a su escritorio y tomé la pila de recibos rosas, mirando rápidamente el de su banco. ─Debe de haber algún error. Tal vez accidentalmente emitió un cheque de una cuenta cerrada.

─Nope. No hay fondos suficientes. Ya pregunté. ─ Sarah rodeó su escritorio en dirección a la puerta. ─Le haces un favor a alguien y mira lo que consigues.

No, pensó, no podía haberse equivocado tanto. Eso sería traicionar su confianza y Lisa nunca lo haría. El banco debió de equivocarse.

Volvió a su oficina y se detuvo en la puerta cuando se dio cuenta de la magnitud de su reacción. De una manera muy extraña, era casi cómica. Tal vez tuviera que admitir que Lisa tenía una fragmentación en su personalidad, pero no podía creer que hubiera extendido un cheque sin fondos.

Se hundió en una silla y se obligó a analizar su propia interpretación.

Lisa podía tener una personalidad acechando en su interior que quería asesinarla, y ella lo podía aceptar, pero no podía creer que la traicionara firmando un cheque sin fondos.

Si había algo que no funcionaba en esta situación, era su propia lógica. Deseaba tanto confiar en Lisa que había perdido por completo su objetividad. Estaba entrando en terreno peligroso. Lo inteligente sería evitar el contacto con ella en la medida de lo posible. Debería devolverle el cheque a Sarah y dejar que ella se encargara. Esa era la forma en que normalmente manejaba los problemas administrativos.

Pero no lo hizo.

Buscó la tarjeta de presentación de Lisa y la llamó, aliviada cuando la recepcionista la comunicó. Si hubiera estado almorzando, habría tenido tiempo de reflexionar sobre su juicio y tal vez de hacer lo más sensato y no llamarla.

─Lisa, soy Jennie. ¿Qué sucede? ─ No le dio tiempo para una conversación ociosa, para intercambios amistosos. ─El banco devolvió el cheque que me extendiste el lunes.

─¿Qué? ¿Por qué lo devolverían? ─ Parecía realmente sorprendida.

─Fondos insuficientes.

─Eso es imposible. Hay algún error. Tengo varios miles de dólares en esa cuenta. Déjame llamar a mi banco y te informo. Averiguaré qué ha pasado.

─Por supuesto. Está bien. ─ Había una explicación. Hice bien en confiar en ella.

─Jennie, siento mucho todo esto. El banco debe haber cometido un error. Nunca he emitido un cheque sin fondos en mi vida.

Después de que colgara, me quedé sentada por un momento, asombrada por el alivio que sentía, por las ganas que tenía de creer en Lisa. En una cosa tenía razón. Mi juicio en lo que a ella se refería estaba totalmente desorientado y no era de fiar.

Con los codos apoyados en el escritorio, descansó la cabeza entre sus manos como si la carga de su mente fuera simplemente demasiado para mantenerla erguida. Si Lisa estuviese cuerda, eso podría significar que había mentido todo el tiempo, que había matado a Jeon Somi y que necesitaba la declaración de un psiquiatra para argumentar en su defensa que estaba loca. Lisa era una mujer inteligente. Podría haber leído algunos libros y haber encontrado los síntomas del Trastorno de Personalidad Múltiple.

Si lo hubiera hecho, sin embargo, habría descubierto que uno de los síntomas más comunes del trastorno era perderse el tiempo. Sin embargo, ella negaba firmemente ese elemento.

Y si no mentía, si de verdad era la persona fuerte y cariñosa que ella percibía, eso las devolvía al punto de partida.

Parecía tan cuerda, tan buena persona. Quería protegerla, aunque eso significara protegerla de sí misma. Recordó la noche en que le había puesto la pistola en la mano, lo determinada que se había mostrado para que estuviera a salvo, aunque eso significara que tendría que matarla.

Abrió el cajón del escritorio y miró la pistola donde la había escondido. Debería devolvérsela a Lisa, pero la última vez que estuvo en mi despacho no había pensado en ello.

Después de todo, quizá debería llevarla a casa. Anoche, ¿qué habría hecho si Pranpriya hubiera entrado en su casa como en el sueño de Lisa?

Si lo envolvía en papel de cocina y lo metía en su bolso, si no tenía que tocarlo, tal vez pudiera llevárselo a casa.

Pero ¿sería capaz de utilizarlo en caso necesario?

Cerró el cajón con un escalofrío.

Ver el arma la hizo retroceder en el tiempo, volver a la imagen de la pistola que había caído de los dedos sin vida de su padre.

Ver el arma la hizo retroceder en el tiempo, volver a la imagen de la pistola que había caído de los dedos sin vida de su padre

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Entre las sombras  - JENLISA ┃ G!PWhere stories live. Discover now