Capítulo XXIII

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JENNIE KIM

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JENNIE KIM

El lunes a mediodía me dirigí a la puerta de mi oficina con mi paciente de las once en punto. ─Te veré la semana que viene, Helen. Llámame si necesitas algo.

─Gracias, Dra. Kim. Lo haré, pero me encuentro mucho mejor.

─Lo sé. Por si acaso, aquí estoy.

Cerré la puerta de la habitación, crucé mi despacho y salí por la otra puerta a la zona de recepción. ─¿Lista para comer, Sarah?

─Dra. Kim, la señorita Manoban está aquí para verla.

─¿Lisa?─ Miré a mi alrededor y la vi sentada en una silla al otro lado de la recepción.

¿Lisa o Pranpriya?

Había acudido a un lugar público en pleno día. Sin duda, Pranpriya no haría eso.

Lisa cerró la revista que tenía en el regazo y la volvió a dejar sobre la mesita del salón, luego se puso de pie y me miró a la cara. ─Pensé que podríamos almorza,r, dijo, con su voz baja y tentadora.

No debería estar allí. No debería hablarle en ese tono. No debería alegrarme de verla.

─Me voy a comer, ─ dijo Sarah.

Quería detener a Sarah, pedirle que se quedara. Pero no pude. ─Está bien.

─Soy yo, ─ dijo Lisa en voz baja, como si leyera su mente.

Me hice a un lado y Lisa pasó junto a ella hacia su oficina.

Por el rabillo del ojo, vi a Sarah desaparecer por la puerta. Lisa y yo estábamos solas.

Involuntariamente, se me pasó por la cabeza la idea de que nadie sabría si me sentaba junto a Lisa, si le cogía la mano o le acariciaba la cara.

Y nadie sabría si Pranpriya aparecía, ponía sus manos alrededor de mi garganta y cumplía sus sueños.

Lisa era esta chica, me aseguré, tratando de acallar la voz que me rondaba por la cabeza. Pranpriya jamás había venido a mi despacho.

Lisa se sentó en el sofá, no en el sillón reclinable. Interpreté la acción como un indicio de que estaba aquí en calidad social, no como mi paciente.

Me acerqué a la ventana y abrí las cortinas para que no se sintiera claustrofóbica, luego rodeé mi escritorio y me senté en mi silla.

─Me alegro mucho de verte, Lisa, pero ¿te parece buena idea que almorcemos juntas?

─Creo que es una idea excelente. Ya no soy tu paciente. ¿Por qué no podríamos?

Tomé un lápiz de mi escritorio, sosteniendo un extremo con los dedos de cada mano, girándolo de un lado a otro, estudiando a la mujer que tenía frente a mí, queriendo confiar en ella, queriendo ir a almorzar con ella. ─¿Por qué?─ repetí. Se me ocurrían una docena de razones por las que no deberíamos ir a comer, por las que no deberíamos volver a vernos. Normalmente era Lisa quien expresaba esas razones. Algo no iba bien.

Entre las sombras  - JENLISA ┃ G!PΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα