Lisa Manoban teme convertirse en una Jekyll y Hyde de los tiempos modernos.
Lisa sueña con detalles gráficos en los que asfixia a una mujer hasta la muerte. Al día siguiente, se entera de que esa mujer ha sido víctima de un brutal asesinato.
Por su...
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JENNIE KIM
Después de la forma en que Lisa me había rechazado aquella mañana, me sorprendió y, a pesar mío, me alegró recibir su mensaje. Después de hacer el amor la noche anterior, su actitud distante me había dolido. Sin embargo, pensé que su actitud había sido natural y que era de esperar dadas las circunstancias. Habíamos sido tontas, habíamos hecho el amor en un momento inoportuno, habíamos alcanzado una cercanía que nunca nos atreveríamos a repetir. Así que me había apartado de ella, lo más inteligente que podía hacer.
Sabía todo eso. Pero mi lógica no había aliviado el dolor de presenciar a Lisa tan fría y distante.
Le devolví la llamada inmediatamente.
─Tenemos que hablar, ─ dijo sin preámbulos.
─Tengo que atender a otro cliente dentro de unos minutos.
─Esta noche voy a casa de DongSun. Cuando termine, voy a....
Contuve la respiración mientras esperaba lo que Lisa estaba a punto de sugerir... ¿ir a mi casa a hablar? Quería que lo dijera, temía que lo dijera. Si lo hacía, tendría que negarme. Lo que habíamos hecho anoche había sido impulsivo y peligroso. Y maravilloso, tan maravilloso que no estaba segura de poder negarme.
─Podría pasar a recogerte, ─ continuó, ─e ir a cenar a algún sitio. Algún lugar público bien iluminado donde estés segura. De hecho, sería mejor que me siguieras en tu propio auto en lugar de venir conmigo. Por si acaso.
No me lo esperaba. ─De acuerdo, ─ acepté.
Colgué el teléfono y me quedé mirándolo. Lisa me había llamado y me había invitado a cenar. Cuando lo pensaba así, sonaba tan normal..., salir a cenar.
En autos separados a un lugar público y bien iluminado donde estaría a salvo en caso de que su alter ego emergiera y me atacara. No era el tipo de cita con el que soñaba una mujer, como tampoco mi relación con Lisa era el tipo de relación con el que soñaba una mujer.
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LISA MANOBAN
Volví a sentarme en la silla del salón de DongSun y me obligué a concentrarme en las palabras del anciano, en encontrar el estado de trance que sabía que necesitaba para llegar a Pranpriya. Poco a poco, lentamente, sentí que perdía el control, sentí la familiar sensación de flotar, de ir a la deriva.
