Capítulo XXXIII

683 138 8
                                    

JENNIE KIM

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

JENNIE KIM

Observé marchar a Lisa, me quedé mirando fijamente su auto hasta que dobló la esquina y desapareció, entonces entré y cerré la puerta con llave. Tras comprobar todas las ventanas, subí a la cama. A pesar de lo tarde que era y de que estaba agotada, el sueño me fue imposible.

¿En qué demonios estaba pensando esta noche? No pensé. Ese era el problema. Solo estaba sintiendo. Y esas sensaciones habían sido increíblemente maravillosas... mientras duraron. Hacer el amor con Lisa había sido todo y más de lo que jamás había imaginado. El recordatorio de ese encuentro solo haría que en el futuro fuera mucho más difícil evitar involucrarme con ella.

El glorioso momento que habíamos compartido, la intensa cercanía, no habían cambiado nada. Ni podría cambiarlo nunca. Por mucho que la deseara, por mucho que me preocupara por ella, seguiría siendo una enferma mental... una mujer impredecible. Nunca podría confiar en ella. Nunca sabría cuándo me despertaría junto a una mujer capaz de golpearme, de patear a mi perro... y tal vez de algo peor.

Sin embargo, ninguna de esas razones cambiaba un solo ápice lo que sentía por ella. No podía dejar de preocuparme por ella como no podía dejar de preocuparme por mi padre. No podía dejar de odiar los efectos de su enfermedad como no podía dejar de odiar los efectos de la enfermedad de mi padre.

 No podía dejar de odiar los efectos de su enfermedad como no podía dejar de odiar los efectos de la enfermedad de mi padre

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

LISA MANOBAN

Nuestro jardín estaba lleno de otros niños. Hoy cumplíamos tres años, y papá y mamá nos organizaban una fiesta de cumpleaños. Pranpriya y yo, ambas vestidas con shorts y camisetas rosadas, estábamos sentadas felices rodeadas de todos nuestros juguetes nuevos.

De mutuo acuerdo, nos dirigimos a un camión de plástico rojo. Nos sentamos junto a el y empezamos a arrancar hebras de hierba para llenar la parte de atrás. Otro niño se nos unió y me aparté para dejarle sitio. Pude ver que a Pranpriya no le gustaba mucho tener allí al niño nuevo. Incorporar a otros a nuestros juegos era lo único en lo que no siempre estábamos de acuerdo. Pero le di a Pranpriya un poco de hierba extra y dejé que la colocara. Pranpriya sonrió y yo sentí que volvía a estar bien.

Otro niño se acercó, y Pranpriya y yo, compartiendo el mismo pensamiento, nos levantamos juntas y corrimos, cogidas de la mano, hacia el arenero. Mamá nos había dicho que nos mantuviéramos limpias para la fiesta, pero sabíamos que en realidad no se enfadaría. Cogimos nuestras palas y empezamos a cavar.

Entonces oímos a papá llamar. ─ ¡Hora de soplar las velas para que podamos cortar el pastel!

Corrimos juntas hacia la gran mesa que había en el jardín. Papá intentó ayudarnos a subir al banquillo, pero apartamos sus manos y lo hicimos por nuestra cuenta.

─Pidan un deseo y luego soplen, ─ dijo mamá. ─Pero no se lo digan a nadie. Si lo cuentan, no se hará realidad.

Nos miramos y deseamos un perrito. Uno peludito y negro. Respiramos hondo y soplamos a la vez, consiguiendo apagar las tres velas.

─Eso significa que se cumplirá lo que desean, ─ dijo mamá, inclinándose para empezar a cortar y servir el colorido pastel.

Pranpriya y yo nos sonreímos y decidimos, de la forma tan especial que teníamos de hablarnos, llamar Luca al cachorro.

La alarma del despertador sonó estruendosamente. Apreté el botón para posponer la alarma sin abrir los ojos, saboreando aún la inocente felicidad que había sentido en el sueño. Mi mente volvió a sumergirse, buscando de nuevo esa felicidad, reacia a despertar y enfrentarme a la realidad.

Antes de que mis padres murieran, Pranpriya había estado conmigo. Pranpriya había sido amable y cariñosa, más que mi mejor amiga. Pranpriya había sido una parte de mí, una parte buena. ¿Cuándo cambió, cómo se había estropeado?

«Ya sabes.» El pensamiento me llegó desde el interior de mi propia cabeza, pero a la vez muy lejos. El pensamiento vino de Pranpriya.

«No lo sé, Pranpriya. ¿Por qué no podemos ser como antes

«Siempre fuiste tú la que quería irse con otros niños.» La felicidad que había sentido irradiar de la Pranpriya de tres años había desaparecido, sustituida por la venganza, la ira y un poco de tristeza.

«Íbamos juntas a todas partes.» Los intentos de apaciguar a Pranpriya me resultaban familiares, como si lo hubiera hecho muchas veces.

«No después de Somi. Me dejaste sola en ese entonces. Te negaste a llevarme contigo, incluso a hablar conmigo.» La ira iba en aumento. «No podía ir a ninguna parte a menos que me llevaras, ¡y me dejaste fuera! Me dejaste sola en una prisión. Bueno, ¿adivina qué? Ya no estoy presa

Mi mente se estremeció, sumergiéndose más profundo, tratando de alejarse del odio de esta persona que una vez me había amado. «Te llevé al colegio conmigo para que aprendieras lo mismo que yo,» protesté. «Y jugué contigo incluso cuando mamá y papá se enfadaban conmigo.»

«¡No llames a esas personas mamá y papá!» estalló Pranpriya. «¿Cómo podrían ser tu madre y tu padre si no eran también los míos? Me odiaban. Sabían que estaba encarcelada y no les importaba. Tú eras todo lo que me quedaba, y querían alejarte de mí. Y tú les dejaste. Me abandonaste. Ahora vas a ser tú quien se encuentre sola y en prisión.»  Pranpriya hizo una pausa, y Lisa pudo sentir que sonreía, pero no era una sonrisa feliz. «Estás pensando en Jennie. Siempre he sabido lo que estabas pensando.»

Pranpriya tenía razón. Estaba pensando en Jennie, en que si llegaba a tenerla, nunca estaría sola, sin importar adónde fuera.

«Nunca la tendrás. Te quedarás sola. Ella estará muerta.»

»

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Entre las sombras  - JENLISA ┃ G!PWhere stories live. Discover now