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"Mi señor, el Duque está tratando de ponerlo en la cama"


Debido a la intervención de Robert, Eugene finalmente se vio obligado a bajar a la cama. Luego, antes de que Alexis pudiera girarse, Eugene saltó de la cama. Sentado frente a Alexis, que estaba desconcertado, lloró en voz alta mientras hacía "meow".


"¿Tienes algo que decir?"


Eugene hizo un gesto de súplica hacia Alexis mientras lo miraba.


"¿Entonces?"


Como las palabras no podían comunicarse, tenía que mostrarlo con acciones. Eugene dio unos pasos torpes y se paró frente a la puerta.


"¿Quieres que te acompañe?"


Una vez más, Eugene negó con la cabeza, luego, fingió rascar la puerta y levantó una pata como si estuviera golpeando.


"¿Quieres salir? ¿A dónde quieres ir?"


Eugene levantó su pata sobre el zapato de Alexis, acercándose a sí mismo, fue una señal de que quería seguirlo. Alexis entendió claramente y detuvo a Eugene.


"¿Quieres seguirme? ¿Por qué? Eugene, no puedes hacerlo"


Pensó que no podía hacerlo. Eugene no se tumbó en el último recurso. En cambio, levantó las patas delanteras y saltó en el aire, como si estuviera subiendo por las piernas de Alexis.

No sacó las garras, creía que Alexis lo abrazaría de forma instintiva. Y tal como creía, Alexis levantó a Eugene en sus brazos.


"Meow, meow, meow"


Llévame contigo. Eugene lloró intensamente, pidiendo que lo llevaran consigo. La tarde de Alexis estaba ocupada con varias tareas en su oficina en casa, era una buena oportunidad para mostrar la adorable naturaleza de un gato.

Eugene apoyó su cabeza en la mejilla y el cuello de Alexis, una vez más, sintió a Alexis sonriendo en silencio.


"Te llevaré, así que deja de hacer eso" 


Incluso su voz elegante estaba llena de risas. Eugene también rió felizmente.

Los gatos siempre se salen con la suya.



*



Eugene ocupaba una parte de la oficina de Alexis y pasaba el tiempo de manera productiva. Se tumbaba a medias en una silla larga y leía un libro, podía pasar las páginas del libro con las patas de gato.

Cuando se sentía somnoliento mientras leía, se quedaba dormido cabeceando, pero cuando sentía la presencia de alguien acercándose, se estiraba y se revolcaba.

Cariño, cariño, cariño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora