08

29.4K 3.4K 1.8K
                                    

⚛︎ | ⚛︎

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

⚛︎ | ⚛︎

—¿Male, te circula la sangre? —no me circula nada ahora—No tenés color.

Matías pone su mano en mi frente y yo me aparto con cuidado. En silencio, sigo recogiendo el desastre que había en la sala. Ya no eran solo las latas o los desechables, ahora era mi tranquilidad la que estaba regada por toda la existencia. ¿Y Enzo? Él estaba viendo la televisión como si no hubiera pasado absolutamente nada.

—A vos te sentó mal la comida —vuelve a tomar las llaves del auto—. Vuelvo de la farmacia, no quiero que te mueras hoy.

Se fue. El hijo de puta de Matías se fue, otra vez.

Bien. Bien, no pasa nada. Cómo dijo el gato con botas: tengo que mantenerme serena, para no caer en la locura.

Seguí limpiando mientras mi paranoia me jugaba malas pasadas haciéndome creer que Enzo estaba cerca. Podía sentir su olor golpeándome aunque no hubiera cercanía entre nosotros, sentía la frialdad de su tacto a pesar de que ni siquiera me había tocado.

Nena, estás temblando —su voz, su maldita voz.

—Enzo, tengo una lata en la mano y muchas ganas de hacértela tragar —no lo veo, me descompongo si lo hago—. Ya fue mucho jueguito por hoy.

—Dale, pero me estoy preocupando por vos.

No encuentro palabras para describir el tono de su voz. Hablaba como si quisiera joderme y al mismo tiempo me hacía creer que era yo la que lo estaba jodiendo a él. ¿Tan mala retención de sobriedad tenía? ¿A los casi treinta ya no aguantan nada? Dios, no me permitas llegar a esa edad.

—¿Sos doctor? —mi espíritu rencoroso sale a flote. Recordando una de nuestras primeras conversaciones.

—¿Querés que lo sea? —si, no esperaba eso.

Me giro muy apenas, está sentado en ese sillón con tanta tranquilidad que me causa querer arrancarle hasta la última pestaña que tiene. Yo estoy enloqueciendo acá y él está viendo Master Chef. ¿Qué tienen los hombres en la cabeza? ¿Mierda?

No puedo más, necesito que Lana del Rey me de consejitos.

—¿Sabes que quiero? —pregunto y me giro por completo, encarandolo.

Nuestros ojos chocan, los míos desesperados y los suyos burlones. ¿En qué momento pasamos de una cosa a otra? ¿Por qué pasamos de una cosa a otra? ¿Era el alcohol que había ingerido o la confusión de habernos encontrado en la cercanía de dos cuerpos compartiendo un espacio tan pequeño? Lo que hubiera sido, me estaba mandando a la mierda la paz.

—¿Qué? —se pone de pie pero no se mueve. Solo me observa con una mirada que en ese momento, no puedo descifrar.

—Que te calles y te vayas a dormir porque estas borracho.

Una sonrisa cínica se posa en sus labios, como si supiera que mentía. Por supuesto que mentía, no quería que se fuera, quería agarrarlo del pelo y chaparmelo como si no fuera a dar otro beso en mi vida, pero él estaba borracho y yo no estaba cuerda.

Quería que pasara, pero que estuviera lo suficientemente cuerdo para recordarlo sin arrepentirse.

—Buenas noches, Malena.

Se dio la vuelta y sin fue sin más. Finalmente pude respirar.

¿Qué pasaba con él y que pasaba conmigo? Ayer nos mandamos a la mierda y hoy estábamos jugando a ver a quien se le rompen los límites primero. ¿O es que la atracción siempre había estado ahí, solo que esos diez años me impedían verla? Si era eso y no podía ocultarlo más.

Desde la primera vez que lo vi, el rechazo de su parte porque tenía un humor de mierda, la forma familiar en la que su voz me había embaucado, como lo veía y escuchaba cada mañana, como él me veía y me escuchaba cada mañana. El hecho de que yo estuviera vetada para él por tener diez años menos, y el hecho de que él estuviera imposibilitado para mi por ser el amigo de mi hermano mayor.

Había estado en una lucha constante por no caer, pero finalmente, me estaba desmoronando.

Y sabía que él también.

⚛︎

—No sabía que tenías, asi que traje todo —Matías puso la bolsa que tenía en mi cama y le dio vuelta.

Este cavernícola se trajo toda la farmacia.

—Matías, una pastillita necesitaba —no puedo evitar reírme.

Había pastillas y jarabes de todos los colores, curitas, alcohol, vendas, un cabestrillo y hasta inyecciones. Voy a tener medicina de acá hasta que me muera.

—Mira, la de la farmacia me explicó todo —sacó el teléfono y empezó a reproducir una nota de voz.

"Hola, Malena, soy Gigi. Tu hermano me dice que estás enferma pero que no sabe que tienes. Así que te explico para que sirve cada cosa que se lleva..." Y así, un extenso audio de siete minutos se reprodujo. Y por Dios, tenía suficiente material para ponerme mi propia clínica.

Me estaba cayendo a pedazos de la risa y Matías me veía con cara de orto. —No me puedo creer que hayas comprado la farmacia entera.

—A la próxima dejo que te mueras.

—No hay próxima, Matías, tengo medicina para diez vidas más acá.

Pone los ojos en blanco y se da la vuelta para irse. Casi está fuera de mi cuarto cuando le vuelvo a hablar: —¡Matu!

Se gira, lo tengo harto ya. —¿Qué pasa ahora?

—¿Sabes que te quiero, no? —me tira un beso con la mano y me sonríe.

Esa sonrisa de satisfacción al saber que no amaba a nadie más que a él. Que eran todos iguales menos él. Que no entendía a los hombres, pero si a él.

—Yo a vos.

Quizás no lo decía en voz alta, quizás él era el mayor y por ende protector, quizás no podía hacer mucho por él en este momento, pero me arrancaría el corazón y se lo daría en las manos si él me lo pide.

Quizás no lo decía en voz alta, quizás él era el mayor y por ende protector, quizás no podía hacer mucho por él en este momento, pero me arrancaría el corazón y se lo daría en las manos si él me lo pide

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

🎀 Calmen esas hormonas chicas, como están? 🎀

No se olviden de darle estrellita :p

TIK TOK: @just_attenea (subo videos del fic alla)

𝐄𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐥 𝐒𝐨𝐮𝐥𝐬 | ᴇɴᴢᴏ ᴠᴏɢʀɪɴᴄɪᴄWhere stories live. Discover now