27

20.4K 2.3K 1.4K
                                    

⚛︎ | ⚛︎

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

⚛︎ | ⚛︎

Leí por ahi que la desaparición de Venecia estaba destinada a pasar.

Me siento afortunada por poder estar aquí mientras los encantos de una ciudad mágica aún puedan cobijarme. Era la segunda vez que visitaba Venecia, pero la tranquilidad de un lugar tan precioso aún estaba intacta. Más cuando podía compartir vistas con el hombre que amo.

Enzo caminaba junto a mi. Nuestras manos entrelazadas nos volvían protagonistas de una historia que jamás sería escrita. 

Mi vestido revoleaba por la suave brisa y su suéter de lana se movía con debilidad, era un contraste que nos hacía sentir más unidos que en cualquier otro momento. Lo notaba nervioso pero no lo suficiente como para creer que algo andaba mal.

—¿A donde vamos? —pregunto al mismo tiempo que suelto nuestro agarre para poder abrazar su brazo.

Él lo nota y no lo pasa por alto—. ¿Tenés frío? —está a punto de quitarse el suéter pero lo detengo.

—No —afirmo—, solo quiero abrazarte.

Me quita la mirada de encima y se que se sonrojó. 

Seguimos el camino aún incierto para mi, pero bastante familiar para él.  La cercanía física crea una conexión inexplicable, haciendo más notorio el calor de su presencia a mi lado. Cada paso se convierte en un ritual especial, como si el tiempo se ralentizara para permitirnos disfrutar plenamente de un momento tan insignificante.

La complicidad antes creada se refleja en pequeños gestos: sonrisas cómplices o miradas que hablan más que mil palabras. La seguridad de tenerlo mi lado crea una sensación de confort y protección, como si juntos pudiéramos recorrer el mundo entero.

Caminar junto a Enzo se convierte en un recordatorio de la fortaleza de nuestro vínculo y del amor que nos une.

—Es aquí —apunta a un lugar que por ahora no veo.

Giro y me encuentro con un restaurante. Aeternum. Está vacío y tres personas nos esperan afuera, reconozco a uno de ellos como Bayona, el director de la película. Miro a Enzo en busca de alguna respuesta pero no dice nada.

El hombre se acerca a nosotros y saluda primero a Enzo, luego a mi.

—Una noche hermosa os espera —su acento español le da un toque de elegancia.

—Gracias —respondemos Enzo y yo a la vez.

Nos dedica una última sonrisa y está a punto de irse, pero entonces se gira y le dice a Enzo en específico—: Encara Enzo, ¿o como lo dijo Juan?

𝐄𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐥 𝐒𝐨𝐮𝐥𝐬 | ᴇɴᴢᴏ ᴠᴏɢʀɪɴᴄɪᴄWhere stories live. Discover now